domingo, 31 de julio de 2016

NO CUALQUIERA (Rezongos)

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 60 – 31/07/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

A veces, el vivir es “una cencia”, y en el camino del diario vivir, uno suele encontrarse con algunos “pillos” que sin manejar o careciendo de cualquier “cencia”, suelen hacerse una historia que la “venden” como real, y muchos la compran quedando “engatusados” en lo que les dicen o lo que les muestran.
Dicho en otras palabras: hay mucho “charlatán de cocina o de mesa de boliche” que “adobando” bien su producto suele quedar como lo que no es -aunque quisiera- y a veces bien parado.
Y en nuestro andar, cuántas veces nos hemos encontrado con aquel que aunque canta poquito, cuenta grandezas de su canto; o con aquel soguero que por su decir se lo pasa entras las guascas, pero nunca le vemos un trabajo terminado; o con aquel otro que si lo dejas lo anduvo al “Zorro”, aunque nunca lo vio ni de lejos.
Está el que si lo dejás, era el que le organizaba las fiestas a Franco… por poco; como aquel que dice ser muy paisano, pero que cuando se echa el poncho al hombro lo hace al revés, o aquel otro que fue más resero que con Don Segundo, pero que sin darse cuenta, anda  con el rebenque colgando de la muñeca.
En fin… “charlatanes de cocina…”, como ya dije.
Y como el que canta hace oficio del canto, y el que trabaja en soga del oficio de soguero o guasquero, y el que escribe versos hace oficio de poeta; casi que yo, que lo que intento es divulgar, hago uso de la palabra, y esto no deja de ser un problema, porque no se puede saber más que lo que realmente se sabe.
Corriendo el riesgo de equivocarme, tocado por esos que saben muchísimo menos de lo que dicen saber, y por aquellos que no han hecho absolutamente nada de lo que dicen haber hecho, fue que escribí hace ya casi un cuarto de siglo, estas siete décimas que titulé “No Cualquiera”, por subtítulo: “rezongos”; tomé el oyente el que mejor le parezca, y opine de nosotros con total libertad:

NO CUALQUIERA

1
No cualquiera es payador
por más que un verso improvise
ni tuitas las cicatrices
hablan de lances de honor;
de áhi que un hombre peliador
que haiga sido garrotiao,
si tiene’l cuero cribao
de tajos y mataduras
no acredita su bravura
ni que’s terne rispetao.
2
Ni aquel que hace una cuarteta
prolijona y bien rimada
puede decir como nada:
“-Señores, yo soy un pueta”.
Ni aquel que a l’oya le meta
agua, sal, carne y verdura
puede decir con soltura:
“-Yo sí que soy cocinero”,
que’l hacer un güen puchero
también su cencia procura.
3
Ni el que rasca la guitarra
y algún canto champurrea
ha de ser -anque lo crea-
cantor de temple y de garra.
Ni cualquier riunión es farra
ni es baile cualquier fandango,
ni cualquier barrial es fango
pues se requiere’n la vida:
¡tuito en su justa medida
pa’ tener su propio rango!
4
Ni cualquiera es decidor
por más que repita un verso
y ponga ganas, ejuerzo
y emoción al por mayor;
ni cualquiera es asador
porque carne al fierro ensarte,
que debe saber que parte
se pone al calor primero,
porque asar con gaucho esmero
bien puede yamarse un arte.
5
Y el que muenta un reservao
solo por tener coraje,
no le hace honor ni homenaje
a los que’n serio han montao.
¡No es pa’ tuitos el recao,
la grupa, el basto y las clinas!,
que’l que a jinete se inclina
debe tener güen garrón,
brazo, y en la vista el don
que’l movimiento adivina.
6
No es gaucho el que usa la ropa
porque tiene pa’ comprarla
sino el que muestra’l usarla
que un gaucho adentro lo topa.
Y no cualquier caldo es sopa
ni cualquier vino es carlón,
ni el ayegao de ucasión
es en rialidá un amigo
que’l tal, es poncho de abrigo
como es la cruz del facón.
7
Ni es pa’ cualquiera opinar,
corregir o dar sentencia…
…solo la mucha esperencia
puede’l caso, autorizar;
¿máistros?, hay pa’ regalar
pero… ¡guarda su enseñanza!
Vale ‘l que deja esperanza
si como crioyo da un fayo.
Y ante lo dicho me cayo
pues la general, me alcanza.
                                          (30/05/1992)

Carlos Raúl Risso E.-

domingo, 24 de julio de 2016

A UN POZO DE AGUA

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 59 – 24/07/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

En la casa de mis mayores Espinel, a más de dos bombas de manija, había pozo de agua con brocal y crucero, por supuesto muy anterior a la existencia de aquel par de “modernos aparatos”. Es que en la campaña, en las poblaciones del ámbito rural, era muy común que lo hubiera.
En los cascos, en casas solariegas y en aquellas poblaciones bien puestas, existía el aljibe, el que llenaba su depósito subterráneo con las aguas pluviales, o sea las de lluvia, para lo cual, la construcción debía contar con un sistema de canaletas y caños que derivaban el agua de las lluvias hacia él. Esas agua eran muy estimadas por las mujeres para el lavado del cabello, como así también de algunas prendas de fina confección, o el riego de alguna planta preferida en el jardín. Ocurre, que muchas veces las agua de primera napa, solían resultar “duras” o sea salada, por lo tanto de hacer poca espuma al lavar.
Recuerdo en este punto el aljibe de “El Carmen del Pescado” (que hoy debe ser tapera perdida), y su complejo sistema de cañerías para recolectar el agua de varios techos.
Aquel pozo de “Los Ombúes”, como el de cualquier otra población, oficiaba de “heladera de campo”, ya que hasta su lecho de agua se bajaban las botellas o damajuanas para refrescar las bebidas, como así también dentro de una bolsa de arpillera, sin llegar a introducirlo en el agua, se bajaba algún producto que debía conservarse fresco, y se aprovechaba esa semi penumbra a 3 o 4 metros de profundidad.
Recuerdo que 60 años atrás, para Navidad y Fin de Año, fechas en que se rompía con la rutina habitual, contábamos los más chicos con la posibilidad de degustar alguna bebida dulce (todavía las ‘colas’ no habían hecho pata ancha), y al agua del pozo entonces se bajaba el cajón de 24 naranjines, una de cuyas marcas que aún recuerdo era “Sidral”, bebida que al tomarla del pico de la botella, nos dejaba un halo anaranjado en torno a los labios.
Al pozo de mi historia, la falta de uso lo fue desmereciendo hasta caer en desuso, la falta de mantenimiento le hizo caer el crucero y finalmente al brocal se lo cubrió con una tapa de chapa. No necesité que pasara el tiempo para escribirle desde la nostalgia, es decir desde un momento que lo pone allá lejos. Le escribí cuando lo ganaba el abandono por no necesitárselo ya, hace ahora casi 35 años.
Estas son las décimas que tituladas “A un Pozo de Agua” incluí en mi cuarto libro, “Campo de Ayer”, publicado en 5/1998; compartimos ahora su lectura con los oyentes de “Canto en Azul y Blanco”:

A UN POZO DE AGUA


Una yunta’e casuarinas
con un altor rispetable
te brindaban sombra estable
por guardianas y vecinas.
Está fresca en mis retinas
la estampa que se te jué.
Pozo de agua: tu fin se
aunque equivocarme’spero,
¡no te ha quedao ni el crucero
quién te ha visto y quién te ve!

 A tu modesto brocal
de ladriyos colorao
dejó el tiempo abichocao
por tratarte a veces mal;
y se avecinó el final
cuando tambalió el crucero
cayendo sobre’l aujero
mudo asombro de tu boca,
derrumbe que te provoca
un estao muy lastimero.

Dispués… ladriyo a ladriyo
las columnas se tumbaron
y entre los pastos quedaron
como’samenta sin briyo;
el brocal, inmenso aniyo,
aunque bichoco y añoso
hoy sigue cercando el pozo
con sacrificio y desvelo,
porque’está apegao al suelo
por su crioyo compromiso.

 Del guardapatio a un costao
y a un güen trecho del galpón
cayás tu resinación
en desuso… y olvidao.
Algún sapo se ha’dueñao
de lo’scuro de tu boca,
y en el silencio coloca
las toscas notas de un canto
pa’compañar el quebranto
del presente que te toca.

Mi canto es el homenaje
que te merecés, sin duda,
porque aún hoy, tu entraña suda
un necesario brebaje.
Y cuando el tiempo salvaje
ya te haya desmoronao,
cuando solo seas pasao
en labios de un memorioso
sé que dirás orguyoso:
“¡Quién me quita lo bailao!”.                                                                                                                                             (13/05/1982)
 Carlos Raúl Risso E.-

sábado, 23 de julio de 2016

VISITAS

En marzo de 2010 me iniciaba publicando y administrando dos blogs (hoy son 5), y a la fecha han transcurrido 76 meses. En realidad el tema de internet me supera y me sorprende, y a lo muy poco que puedo usar por desconocimiento, trato de sacarle el provecho necesario para difundir lo que tenga que ver con nuestra cultura gaucha, fundamentalmente, a partir de la literatura, que podría decir -hoy por hoy- es mi campo.
El contador arroja que desde el inicio a hoy, hubo 323.000 visitas, lo que significa un promedio por mes de 4262, y llevado al día a día, 142 visitas diarias, lo que para mi, sinceramente es un número muy importante.
Gracias a todos los que llegan con la intención de encontrar o leer un verso, o recabar datos de alguna persona.
La Plata, 23/07/2016

Carlos Raúl Risso

domingo, 10 de julio de 2016

GRACIAS, DON

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 58 – 10/07/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

Hace más de 25 años, allá por 1989, cuando la Revista Pa’l Gauchaje estaba en su esplendor y se recibían de los lectores, cartas de saludos y felicitaciones, y cartas con versos, a veces de poetas que desconocíamos, se me ocurrió armar un cuestionario de 20 preguntas, y lo comencé a remitir a todos aquellos hacedores de versos conocidos o no, obteniendo un alto porcentaje de aceptación, y con las respuestas que iba recibiendo, inicié el armado del archivo de poetas gauchescos, el que me sirvió para ese ciclo que desarrollamos en este mismo espacio a partir de 03/2011 bajo el título de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.
Por entonces había iniciado trato con Don Numen Castro, el hijo de Don Julián Martín Castro, así fue que apoyado en esa relación, vuelta a vuelta nos escribíamos, yo solicitándole información sobre el padre, y él gentilmente remitiéndome importante material, en sobres con florida letra que regularmente encabezaba poniendo: “Al Poeta Nacional Don…”; siempre me dije ¿qué pensaría el cartero que debía repartir dicha pieza epistolar?
En una oportunidad le comenté que solo conocía de Don Martín 3 o 4 libros, y a los pocos días recibí una encomienda con por lo menos una docena de libros que me facilitaba para que pudiera conocerlos y tomar de nota de aquellos asuntos que me resultaran de interés, como las fechas de las ediciones, o donde habían sido impresas, tras cuya consulta procedí a devolvérselos, comentándole lo osado y hasta imprudente de su gesto, pues de extraviarse dicho envío: ¿cómo reponer ese material?
De este trato surgió que en alguna oportunidad me citara a la Ciudad de  Buenos Aires para grabarme una entrevista que él difundía en emisoras donde colaboraba.
De la misma manera que le preguntaba sobre su padre, también lo hice sobre un amigo de aquel: Don Roberto Reparaz, y fue así que a través suyo pude cartearme con dicho cantor y poeta en los últimos tiempos de su vida.
Don Numen, algo escribía, pero nunca quiso responder mi cuestionario ni difundir su quehacer, por lo que no hemos podido mostrar nada de los suyo.
Como siempre he valorado mucho la predisposición de aquellas personas que no tenían inconvenientes en responder a mis inquietudes, en una oportunidad le respondí a Don Numen con este verso en décimas encadenadas que titulé “Gracias, Don” que ahora compartimos con los oyentes de “Canto en Azul y Blanco”:

GRACIAS, DON


Alza güelo “el alazán”
-el mesmo que yaman astro-
y pienso: pa’ Numen Castro
estos versos de hoy, serán;
escucho el talán-talán
de la madrina “azuleja”
(la que’s mansa como oveja,
obediente y puntiadora),
y yo entablo con la aurora
un rimar, de cencia vieja.

Puede que por despareja
alguna salga orejana,
pues… disculpe esa macana…
no mire… y pasar la deja.
Pongo el tesón de la abeja
y el empuje de un malón
pa’ emparejar mi emoción
y decirle: ¡Gracias mil!,
porque’n versos varonil
me ha premiao su ispiración.

Tengo cosas en montón
pa’ conviersar y contarle,
más algo quiero rumiarle
porque ha yamao mi atención:
en la vieja produción
de “Publicidá Ateneo”
-que dio libros, según creo,
como porotos la chaucha-,
está la “Coleción Gaucha”
con versadas que apreceo.

Y ayí en una lista veo
-en un asombro feliz-
a “Los Gringos del País”
de su Tata, tal lo leo.
Ya de curioso escarceo,
me priegunto y me contesto:
mi amigo Numen, a esto,
no lo menta en su rilato,
¿o será que jue un barato
que no alcanzó a echar el resto…?

Y como a’priender apuesto,
de tal libro va la foto,
y cuasi con fe hago un voto
pa’ que me aclare lo espuesto;
me atrevo, porque dispuesto
bien lo sé pa’ la gauchada,
que’l que tiempla una versada
de claro acento argentino
sale seguro al camino
de no apamparse por nada.

Y ya que’stá la volada,
l’enanco otro gracias más
por los libro’e Reparaz
que m’empriestó vez pasada;
ya escribí pa’ la ranchada
d’ese veterano pueta,
y ojalá esa pluma inquieta
de ripuesta a m’inquietú
y tendrá la gratitú
en una amistá concreta.

Aura, la mesma receta
se la endilgo a usté, paisano:
si tiene un papel a mano
los veinte puntos completa.
No hay seleción pa’ mi meta
cada  cual, vale lo suyo,
gana la cultura, arguyo
con el saber popular,
de áhi que deba contestar
porque yo a denguno escluyo.

Su afeto le retribuyo
en esta espresión campera
y anque de tioca manera
escrebirle, es un orguyo.
Por décima me diluyo
y al verso le pongo fin.
Briya el sol en el confín
dándonos vida, colijo,
mientras yo lo abrazo
de aquel mentao Don Martín.
                                         (10/02/1990)
Carlos Raúl Risso E.-

domingo, 3 de julio de 2016

CONQUISTADOR - VASCO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 57 – 03/07/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

La historia de hoy más que con un verso tiene que ver con los 40 que componen el libro:“Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”. Por qué digo esto? Pues paso a contarlo.
En el año 1980, por una noticia en el diario platense, tomo conocimiento que el Ministerio de Educación de la Provincia, organizaba el “2° Certamen de Poesía Gauchesca José Hernández” para libros inéditos, y ahí me dije: ¡esta es la mía!
Seleccioné de mi carpeta una serie de versos, procurando elegir distintas formas estróficas y métricas distintas. Los englobé bajo el título “De Sangre Pampa”, y lo presenté al concurso. Muchos meses después, al año siguiente, recibí un telegrama por el que se me notificaba que había recibido una mención, que se haría efectiva el día tal, en una sala del Ministerio. Y la noticia que para otros hubiese sido una alegría, a mi casi que se me presentaba con una frustración. En los días posteriores, por información periodística me enteré quienes habían sido los ganadores: Ñusta de Piorno y Amancio Varela, y fue ahí como que me dije “que ingenuo que soy, con lo que yo hago no puedo competir contra estos poetas que cultivan una forma que no es propiamente gauchesca”.
Fui al acto de entrega de premios, y al salir de allí, ya de noche, mientras esperaba el colectivo mascullaba, que de hacerse el “3er. Certamen” -ese había sido “el 2do”-, debía participar con algo distinto para tener alguna posibilidad, pero… ¿de qué escribir…? ¿a qué escribirle…? y ¿cómo…?
Fue entonces que me vino la idea de escribir sobre el “pago de mis mayores, la Magdalena”, y ahí también se me ocurrió -para no apartarme del todo de mi forma de escribir-, contar la historia dos veces, o sea: una, en la medida y forma lingüística de los que habían ganado, y otra, al modo que lo hago habitualmente.
El paso siguiente fue elegir los temas y la cantidad, que finalmente establecí en veinte; y en cuanto a los temas busqué cuestiones históricas, otras geográficas y algunas de tinte familiar. Y así, una vez establecidos, escribí dos veces sobre cada tema: una al modo nativista podría decirse, y la otra al modo gaucho.
Lo cierto es que el 3er. Certamen nunca se hizo, pero a mí me quedó armado el libro “Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”, del que tengo el honor que haya sido prologado por Don Carlos Antonio Moncaut, y que recién cinco lustros después, gracias al “empujón” de don Roberto Coppari, salió de la imprenta como libro.
También es un honor, que por algunos de los versos que le dan cuerpo, haya surgido la idea de que en Atalaya se erija un monumento que evoque las gestas patrióticas libradas por esas playas, a las que la Agrupación “Rinconada Criolla” viene rindiendo honores con una cabalgata entre La Plata y esa localidad desde 2011.
Como no podemos en este espacio referirnos a los cuarenta versos, a modo de ejemplo tomamos el alusivo a Juan de Garay, y leeremos las dos versiones.
La Primera:

CONQUISTADOR

Hubo un ‘vasco’ tozudo en tu pasado
que ni fue poblador, ni fue vecino,
más le tocó cruzarse a tu destino
para que como ‘pago’ seas mentado.
  
Dejando a Buenos Aires refundado
como puerto y ciudad, según el bando,
para afirmar su posesión de mando
internóse hacia el sur tan ignorado.

 Y su planta de audaz guerrero osado
en nombre de su Rey, el suelo tuyo,
al transitar, tomaba como suyo
y entre su gente dejaba parcelado.

 Juan de Garay llamóse aquel soldado
conquistador de porte vizcaíno
que hacia tu corazón trazó un camino
y se quedó a tu historia muy ligado.
  
¡Sí Magdalena: fue Garay por cierto
quien se cruzó una tarde a tu destino!
  
La segunda:
      
VASCO


¡Ah Vasco, que decisión
la que tomaste aquel día!
Demuestra tu valentía
y también tu tozudez:
¡mirá que adentrarse, pues,
al sur de’sta tierra mía!

Dicen que de’so han pasao
los años de muchas vidas,
y que las gentes sufridas
que al Vasco lo acompañaban,
eran crioyos que ya andaban
de soldao, en las partidas.

Los más, marchaban al “dos”,
-pocos gastaban cabayo-
y sobre un dato me esplayo
porque’s justo que lo mente:
diba el campo, entre su gente,
repartiendo sin desmayo.

Es que a estar en su opinión
la tierra no tenía marca,
y lo que a su paso abarca
-que’s mucho y de lo mejor-
en nombre de su “señor”
con pacencia lo demarca.

 Ansina, cuentan yegó
a las costas de la mar;
dispués debió regresar
pa’ una ciudá muy galana;
y como “Vaye ‘e Santa Ana”
dentró este “pago” a sonar.

Nunca más golvió aquel hombre
a esta tierra antigua y güena...
dicen que murió de pena
ayá por el Paraguay.
aquel Vasco... ¡Juan Garay!
te descubrió ¡Madalena!

Versos de Carlos Raúl Risso E.-