domingo, 19 de abril de 2015

GALERA DE MAURO GÓMEZ

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 002 –19/04/2015

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

En mi formación poética un tanto “a la que te criaste”, fueron muy importantes las propias vivencias en el ámbito rural, lo que me brindó una experiencia de primera mano; también la observación jugó su papel, y el ser “buena oreja” -buen oyente, quiero decir-, sumó su parte.
A esto le debo agregar la lectura. En aquellos años de muchachito chico, en “Los Ombúes”, encontré un ejemplar incompleto y deteriorado de “El Indio del Desierto” de Dionisio Schoo Lastra, que fue la primera información sobre el aborigen en que abrevé, y luego me dio respaldo para escribir un triunfo que se titula “Pa’l Indio”; y como siempre inquiría a mis mayores sobre cuestiones del “viejo Pago de la Magdalena”, mi abuela “Lala” puso en mis manos un ejemplar de “Magdalena: perfil histórico y económico”, que sirvió para abrirme la cabeza e introducirme en las cuestiones de Juan de Garay y los repartos de “suertes de estancia” y “suertes de chacras”. Tendría 10… no más de 12 años.
Algo más tarde, un día que acompaño a mi padre a la zona de la Estación de Trenes de La Plata, en un kiosco de diarios y revistas, un tanto mezclado entre éstas, había un libro que mostraba en su tapa a un paisano lanzado a la carrera dispuesto a hacer un tiro de bolas. Mi padre me lo regaló. Era la primavera de 1966, y ese libro ayudó a florecer mi sentimiento gaucho. Resultó la mejor novela gaucha que llevo leída, se trata de “Cancha Larga”, obra de Eduardo Acevedo Díaz, autor hijo de uruguayo, nacido en Dolores.
Tanto me impresionó que lo leí y volví a leer. Profusamente ilustrado por Eleodoro Marenco y con un importantísimo glosario de voces, fue para mí un manual de conocimiento.
Algunas de sus páginas me inspiraron un verso, que si bien se alinea entre los primeros y tiene varias “manqueras”, es una letra que aprecio. Relata el momento en que el personaje principal, Mauro Gómez, es mayoral de una galera y relata sus vicisitudes. Lo titulé “Galera de Mauro Gómez”.
Es por otro lado una de las primeras letras que fue musicalizada. Correspondió acercarle guitarra, a la iniciativa de Gabriel Fernández, y muchas veces ha estado en el repertorio de Gabriela Fernández.
Lo incluí en el poemario que titulé “De Sangre Pampa”, y es mi segundo libro, aparecido en 1982, para el Centenario de La Plata.
Los invito a conocerlo:

GALERA DE MAURO GÓMEZ

Desde El Carmen de Las Flores
y por Tapalqué cruzando,
va la galera rodando
del “mayoral” Mauro Gómez.
Como en viajes anteriores
rumbo a San Carlo’e Bolivar,
lugar al que siempre arriba
tras recorrer treinta leguas,
dando en la posta la tregua ,
de que’l camino los priva.

Al trote largo y parejo
de los fieles “colorao”,
al paisaje desolao
lo cruza en cayao cortejo;
el camino desparejo
hace que bailen las ruedas,
mientras en el aire queda
de irregular estatura
la turbulenta figura
que forma la polvareda.

El arroyo de Las Flores
y la Cañada “El Recao”,
son dos pasos delicao
por no decir de los piores;
ayí muestran sus valores
“los colorao” marca’e Prida,
entre las aguas dormidas
de’sos lechos pegajosos,
afirmándose afanosos
por continuar la partida.

Luego trota la galera
cuando en silencio se acuna,
sobre un médano la luna
de la noche compañera.
Y ya cerca los espera
de la posta, el tibio amparo,
y ni bien la divisaron
se dejó oír la corneta,
avisando que a la meta
junto a la noche yegaron.

Ya en la posta, respiraron
al dejar el balancín,
los cabayos, que’l trajín
sin aflojar soportaron.
Los pasajero’estiraron
las piernas, medio’cansao;
en el campo desolao
los cimarrones auyaban,
y en el fogón ya chirriaba
la grasita del asao.
                  (24/05/1972)

ATARDECER

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 001 – 11/04/2015

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

A la fecha puedo decir que gran parte de mi actividad cultural, ya sea en páginas escritas o en radio, las he dedicado a difundir la actividad de poetas y escritores, haciendo hincapié en la vigencia de la literatura gauchesca y en la diversidad de voces que la recrean. Ahora quiero dedicarle unos párrafos a mis propias creaciones, y como hablando de la yerra Charrúa dijo: “sufre su transformación / el animal trabajao / marca, rabo despuntao, / mocho y señal en la oreja…”, y ya que la palabra “marca” la usó Pedro Risso para su libro “De Mi Marca”, vamos a usar lo de “señal en la oreja”, para que nuestra sección se llame “De Mi Señal… con su historia”, porque intentaremos contar el nacimiento y el por qué de algunos versos.
Me inicié con ellos, siendo preadolecente, y de allá por los 15/16 años data la primera décima que guardé fechada. Por entonces, puede decirse que “jugaba a improvisar versos”, cuando andaba a caballo por el campo, estando solo, sin nadie que pudiera escucharme, y los hacía en voz alta, claro que de eso no me quedaba un registro escrito, pero hoy puedo decir que era un ejercicio que me iba acercando a la construcción del verso, que inconscientemente buscaban siempre andar  por el rumbo de la décima, en épocas que desconocía los secretos de su conformación, que era una rima, que cosa un asonante o consonante, que la métrica. Nacían por instinto o por una intención incorporada sin haberlo propuesto.
Por entonces, cierto día que cruzaba un potrerito de “Los Ombúes” con rumbo al arroyo, hacia un sitio en que en una barranca había una cina-cina, me nacen unos versos que me gustaron y que prontamente anoté al regreso; me pareció que se me había ocurrido algo lindo, lo guardé  y allí quedó, hasta que un par de años después, lo completé con otras cinco estrofas y titulé al verso “Atardecer”, estando fechado el 7/05/1970.
En realidad no es mi primer verso, ya que ese se titula “De Recorrida”, pero éste comienza con una décima que había escrito antes.
En ese momento de mis inicios, me interesaba la descripción de cosas y paisajes, sin entrar en la configuración de personajes o en reflexionar tratando de dejar un mensaje; si se quiere las primeras son composiciones algo livianas, o con cierta inspiración en poetas que me marcaron, como ya veremos más adelante. Pero ubicándolos en ese tiempo y en mis años de entonces, puedo pensar que tienen un “aprobado”, que nadie nació sabiendo y más en una cuestión en la que hace casi 50 no había en quien recostarse para aprender… algo que creo que en estos tiempos hemos podido cambiar.
Amigo oyente, usted tiene la última palabra. Deme 5 o 6 emisiones para tratar de mostrar que es lo que quiero hacer, y si esto no es de su agrado, volvemos a lo que ya hemos probado anteriormente. Vamos ahora con las décimas de 

“Atardecer”

Canta un chingolo posao
sobre verde cina-cina,
al tiempo que’l sol se inclina
a un horizonte rosao;
sombras de un monte enlutao
l’oscurecen ridepente,
mientras muy tímidamente
al borrarse del paisaje,
mira’través del ramaje
haciendo un guiño doliente.
  
La brisa, fresca y serena
que ha comenzao a soplar,
de pasada va’pechar
de un sausal, cáida melena.
Por la laguna resuena
el grito que un chajá entona;
un tero, se’n valentona
pa’ disimular el nido,
y va en un quieto volido
una lechuza yorona.
  
Varios potros retozando
lo hacen tronar al potrero,
y en una loma, un overo,
disconfiao, está oservando;
da un relincho y disparando
va a los otros alcanzar,
molesta en su retozar
a varias vacas echadas,
que a causa’e la’tropeyada
se tuvieron que parar.

Se ven pájaros cruzar
que pa’ los montes rumbean,
a los árboles campean
pa’ayí la noche pasar;
yegan, cantan… y el trinar
que de sus pico’ha nacido
parece como’frecido
en un homenaje al sol,
que ha teñido de  arrebol
al campo cuasi dormido.

Con el frescor que le ofrenda
este nuevo atardecer
un resero, hace mover
con lentitú, a la hacienda.
Un poncho bayo es la prenda
qu’echó a la grupa’el recao,
porque’l viaje que ha’cetao
no es p’hacerlo a dos tirones,
y pa’él, no hay ucasiones
de andar desacomodao.

Cuando el sol ya derrotao
no briya más en el cielo,
un cantar -que’s un desvelo-
los griyos han entonao.
Tuito el cielo se ha estreyao
pa’ que lo cruce la luna,
la que tiene la fortuna
enorme, de plata un disco,
y a la que’l sol, por arisco,
entre sus brazos no acuna.
                            (7/05/1970)