domingo, 19 de abril de 2015

ATARDECER

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 001 – 11/04/2015

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

A la fecha puedo decir que gran parte de mi actividad cultural, ya sea en páginas escritas o en radio, las he dedicado a difundir la actividad de poetas y escritores, haciendo hincapié en la vigencia de la literatura gauchesca y en la diversidad de voces que la recrean. Ahora quiero dedicarle unos párrafos a mis propias creaciones, y como hablando de la yerra Charrúa dijo: “sufre su transformación / el animal trabajao / marca, rabo despuntao, / mocho y señal en la oreja…”, y ya que la palabra “marca” la usó Pedro Risso para su libro “De Mi Marca”, vamos a usar lo de “señal en la oreja”, para que nuestra sección se llame “De Mi Señal… con su historia”, porque intentaremos contar el nacimiento y el por qué de algunos versos.
Me inicié con ellos, siendo preadolecente, y de allá por los 15/16 años data la primera décima que guardé fechada. Por entonces, puede decirse que “jugaba a improvisar versos”, cuando andaba a caballo por el campo, estando solo, sin nadie que pudiera escucharme, y los hacía en voz alta, claro que de eso no me quedaba un registro escrito, pero hoy puedo decir que era un ejercicio que me iba acercando a la construcción del verso, que inconscientemente buscaban siempre andar  por el rumbo de la décima, en épocas que desconocía los secretos de su conformación, que era una rima, que cosa un asonante o consonante, que la métrica. Nacían por instinto o por una intención incorporada sin haberlo propuesto.
Por entonces, cierto día que cruzaba un potrerito de “Los Ombúes” con rumbo al arroyo, hacia un sitio en que en una barranca había una cina-cina, me nacen unos versos que me gustaron y que prontamente anoté al regreso; me pareció que se me había ocurrido algo lindo, lo guardé  y allí quedó, hasta que un par de años después, lo completé con otras cinco estrofas y titulé al verso “Atardecer”, estando fechado el 7/05/1970.
En realidad no es mi primer verso, ya que ese se titula “De Recorrida”, pero éste comienza con una décima que había escrito antes.
En ese momento de mis inicios, me interesaba la descripción de cosas y paisajes, sin entrar en la configuración de personajes o en reflexionar tratando de dejar un mensaje; si se quiere las primeras son composiciones algo livianas, o con cierta inspiración en poetas que me marcaron, como ya veremos más adelante. Pero ubicándolos en ese tiempo y en mis años de entonces, puedo pensar que tienen un “aprobado”, que nadie nació sabiendo y más en una cuestión en la que hace casi 50 no había en quien recostarse para aprender… algo que creo que en estos tiempos hemos podido cambiar.
Amigo oyente, usted tiene la última palabra. Deme 5 o 6 emisiones para tratar de mostrar que es lo que quiero hacer, y si esto no es de su agrado, volvemos a lo que ya hemos probado anteriormente. Vamos ahora con las décimas de 

“Atardecer”

Canta un chingolo posao
sobre verde cina-cina,
al tiempo que’l sol se inclina
a un horizonte rosao;
sombras de un monte enlutao
l’oscurecen ridepente,
mientras muy tímidamente
al borrarse del paisaje,
mira’través del ramaje
haciendo un guiño doliente.
  
La brisa, fresca y serena
que ha comenzao a soplar,
de pasada va’pechar
de un sausal, cáida melena.
Por la laguna resuena
el grito que un chajá entona;
un tero, se’n valentona
pa’ disimular el nido,
y va en un quieto volido
una lechuza yorona.
  
Varios potros retozando
lo hacen tronar al potrero,
y en una loma, un overo,
disconfiao, está oservando;
da un relincho y disparando
va a los otros alcanzar,
molesta en su retozar
a varias vacas echadas,
que a causa’e la’tropeyada
se tuvieron que parar.

Se ven pájaros cruzar
que pa’ los montes rumbean,
a los árboles campean
pa’ayí la noche pasar;
yegan, cantan… y el trinar
que de sus pico’ha nacido
parece como’frecido
en un homenaje al sol,
que ha teñido de  arrebol
al campo cuasi dormido.

Con el frescor que le ofrenda
este nuevo atardecer
un resero, hace mover
con lentitú, a la hacienda.
Un poncho bayo es la prenda
qu’echó a la grupa’el recao,
porque’l viaje que ha’cetao
no es p’hacerlo a dos tirones,
y pa’él, no hay ucasiones
de andar desacomodao.

Cuando el sol ya derrotao
no briya más en el cielo,
un cantar -que’s un desvelo-
los griyos han entonao.
Tuito el cielo se ha estreyao
pa’ que lo cruce la luna,
la que tiene la fortuna
enorme, de plata un disco,
y a la que’l sol, por arisco,
entre sus brazos no acuna.
                            (7/05/1970)
                                                                                                                                           

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