LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 001 – 11/04/2015
Con su licencia, paisano! Acomodado
en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos
un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.
A la fecha puedo decir
que gran parte de mi actividad cultural, ya sea en páginas escritas o en radio,
las he dedicado a difundir la actividad de poetas y escritores, haciendo
hincapié en la vigencia de la literatura gauchesca y en la diversidad de voces
que la recrean. Ahora quiero dedicarle unos párrafos a mis propias creaciones,
y como hablando de la yerra Charrúa dijo: “sufre
su transformación / el animal trabajao / marca, rabo despuntao, / mocho y señal en la oreja…”, y ya que la
palabra “marca” la usó Pedro Risso para su libro “De Mi Marca”, vamos a usar lo
de “señal en la oreja”, para que nuestra sección se llame “De Mi Señal… con su historia”, porque intentaremos contar el
nacimiento y el por qué de algunos versos.
Me inicié con ellos,
siendo preadolecente, y de allá por los 15/16 años data la primera décima que
guardé fechada. Por entonces, puede decirse que “jugaba a improvisar versos”,
cuando andaba a caballo por el campo, estando solo, sin nadie que pudiera
escucharme, y los hacía en voz alta, claro que de eso no me quedaba un registro
escrito, pero hoy puedo decir que era un ejercicio que me iba acercando a la
construcción del verso, que inconscientemente buscaban siempre andar por el rumbo de la décima, en épocas que
desconocía los secretos de su conformación, que era una rima, que cosa un
asonante o consonante, que la métrica. Nacían por instinto o por una intención
incorporada sin haberlo propuesto.
Por entonces, cierto
día que cruzaba un potrerito de “Los Ombúes” con rumbo al arroyo, hacia un
sitio en que en una barranca había una cina-cina, me nacen unos versos que me
gustaron y que prontamente anoté al regreso; me pareció que se me había
ocurrido algo lindo, lo guardé y allí
quedó, hasta que un par de años después, lo completé con otras cinco estrofas y
titulé al verso “Atardecer”, estando fechado el 7/05/1970.
En realidad no es mi
primer verso, ya que ese se titula “De Recorrida”, pero éste comienza con una
décima que había escrito antes.
En ese momento de mis
inicios, me interesaba la descripción de cosas y paisajes, sin entrar en la
configuración de personajes o en reflexionar tratando de dejar un mensaje; si
se quiere las primeras son composiciones algo livianas, o con cierta
inspiración en poetas que me marcaron, como ya veremos más adelante. Pero
ubicándolos en ese tiempo y en mis años de entonces, puedo pensar que tienen un
“aprobado”, que nadie nació sabiendo y más en una cuestión en la que hace casi
50 no había en quien recostarse para aprender… algo que creo que en estos
tiempos hemos podido cambiar.
Amigo oyente, usted
tiene la última palabra. Deme 5 o 6 emisiones para tratar de mostrar que es lo
que quiero hacer, y si esto no es de su agrado, volvemos a lo que ya hemos
probado anteriormente. Vamos ahora con las décimas de
“Atardecer”
Canta
un chingolo posao
sobre
verde cina-cina,
al
tiempo que’l sol se inclina
a un
horizonte rosao;
sombras
de un monte enlutao
l’oscurecen
ridepente,
mientras
muy tímidamente
al
borrarse del paisaje,
mira’través
del ramaje
haciendo
un guiño doliente.
La
brisa, fresca y serena
que
ha comenzao a soplar,
de
pasada va’pechar
de un
sausal, cáida melena.
Por
la laguna resuena
el
grito que un chajá entona;
un
tero, se’n valentona
pa’
disimular el nido,
y va
en un quieto volido
una
lechuza yorona.
Varios
potros retozando
lo
hacen tronar al potrero,
y en
una loma, un overo,
disconfiao,
está oservando;
da un
relincho y disparando
va a
los otros alcanzar,
molesta
en su retozar
a
varias vacas echadas,
que a
causa’e la’tropeyada
se
tuvieron que parar.
Se
ven pájaros cruzar
que
pa’ los montes rumbean,
a los
árboles campean
pa’ayí
la noche pasar;
yegan,
cantan… y el trinar
que
de sus pico’ha nacido
parece
como’frecido
en un
homenaje al sol,
que
ha teñido de arrebol
al
campo cuasi dormido.
Con
el frescor que le ofrenda
este
nuevo atardecer
un
resero, hace mover
con
lentitú, a la hacienda.
Un
poncho bayo es la prenda
qu’echó
a la grupa’el recao,
porque’l
viaje que ha’cetao
no es
p’hacerlo a dos tirones,
y
pa’él, no hay ucasiones
de
andar desacomodao.
Cuando
el sol ya derrotao
no
briya más en el cielo,
un
cantar -que’s un desvelo-
los
griyos han entonao.
Tuito
el cielo se ha estreyao
pa’
que lo cruce la luna,
la
que tiene la fortuna
enorme,
de plata un disco,
y a
la que’l sol, por arisco,
entre
sus brazos no acuna.
(7/05/1970)
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