LR 11 – Radio
Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 37 – 10/01/2016
Con su licencia, paisano!
Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz,
mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su
historia”.
Hoy voy a volver con un
ejemplar de la flora criolla: la cina-cina. Allá por agosto del año pasado nos
referimos al “tala” y al “m’burucuyá”, y posteriormente, en una generalidad, al
“monte costero”. A decir verdad, siempre me ha interesado bastante el tema de
la flora criolla, aunque siga siendo un ignorante al respecto, y algo parecido
me pasa con la fauna, y por lo tanto, siempre que puedo trato de informarme sobre
el particular.
Este interés mío quedó
demostrado cuando publiqué “Campo de Ayer”, donde incluí una parte con el
título de “Plantas y Pájaros”, y casualmente cuando iniciamos este ciclo de
versos con historia, al referirnos al que sería uno de mis primeros verso
-“Atardecer”-, el mismo comienza diciendo: “Canta
un chingolo posao / sobre verde cina-cina…”, o sea, tenemos allí un
elemento de la fauna y otro de la flora. Y esa décima cuando la escribí sí fue
prácticamente de las primeras que hice.
Más de una década
después cuando escribí el verso que ahora conoceremos, inconscientemente -ya
que en el momento no lo relacioné-, volví a pensar en aquella cina que estaba
en la barranca junto al arroyo. Es decir que aquellos sucesos de los años en
que la personalidad está en formación, quedan muy fijamente grabados.
La cina-cina,
científicamente se llama “parkinsonia aculeata”, y es de la familia de las
leguminosas, conociéndose por tal entre las plantas, a aquellas cuyo fruto está
protegido por una vaina, tal el caso de la chauchita de la cina, que tantas
veces hemos mordisqueado andando a caballo.
La dispersión en la geografía patria es
muy amplia, y en el inicio de la división de los campos, fue utilizada como
“cercos vivos”, ya que a falta de alambrados, se hacían divisiones utilizando
plantas con espinas y también tunas. Incluso, al comenzar a tenderse los alambrados,
como la hacienda era muy arisca y capaz de encarar esas vallas, se colocaban
cina-cinas junto a los mismos; inclusive hoy, en los caminos vecinales, sigue
siendo común ver cómo crecen las cinas junto a los alambrados, ya que estos le
ofrecen a su vez, cierta protección para su crecimiento.
Nos parece oportuno
para conocer algo más, ofrecer la descripción que Don Carlos Villafuerte ha
hecho en su libro “Diccionario de Árboles, Arbustos y Yuyos”. Dice allí: “Arbusto o arbolito de 2 a 5 metros de
altura. Crece espontáneamente en la Argentina, y es cultivado a veces en
parques y jardines. Espinoso, de hojas estrechas y menudas, da una flor
amarilla manchada de rojo, de suave perfume. Florece en diciembre y enero. En
la farmacopea del campo se la utiliza para curar ‘el chucho’, bebiendo el
cocimiento de sus flores y semillas, frío y con azúcar. Se aconseja beber la
infusión de sus hojas, para engordar”.
Vamos a la lectura de
estas tres décimas de métrica endecasílaba, o sea: once sílabas, tituladas
“Cina – Cina”:
CINA – CINA
Centinela
de guardia en la barranca;
sostén
del nido de un paisano hornero.
Hoy
te improviso un canto a lo campero
que
de mi entraña mesmamente arranca.
Tu
humildá, cina-cina, pura y franca,
mira
pasar las aguas del arroyo
dende
la altura en que tenés apoyo,
y
aunque vivís sujeta a una querencia,
no
hacés con el arroyo diferencia
porque
sos fiel a tu paisaje crioyo.
Tus
hojas son delgadas esperanzas
como
los tientos de una lonja fina,
senciyés,
que paisana se ilumina
con
las florcitas que te nacen mansas:
son
rubionas… con soles de añoranzas…
una
gota de sangre les da vida,
y
haciendo tu esistencia compartida
cuelgan
racimos de pequeñas chauchas,
teniendo
pa’ defensa, ¡planta gaucha!,
un
montón de espinitas alvertidas.
Cina-Cina
pobrona de ramaje
desparramao
y con la sombra escasa,
durante
el día un tibio sol, te abraza,
y
en la noche, la luna es tu ropaje.
Puede
que un viento a veces te desgaje
más
no te vence una prepiada ansina.
¡Sos
curtida, mi crioya cina-cina!
¡Sos
senciyés dende la ráiz al cielo!
Por
eso siento orguyo, yo, tu suelo,
porque
somos los dos, de la Argentina!
(28/06/1981)
Carlos Raúl Risso E.-