LR
11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
48 – 24/04/2016
Con su licencia, paisanos!
Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz,
mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con
su historia”
En el desarrollo de
este ciclo no he tenido empacho de repetir una y otra vez, en que poetas me he
mirado buscando un estilo, intentando definir un rumbo, y así he citado a
Charrúa, Menvielle, Pedro Risso, y he dicho cómo la poesía de Moreno Palacios
me llamó a la reflexión con su metafórica forma de decir y produjo entonces una
bisagra en lo que venía escribiendo.
Y a lo dicho deberé
agregarle que hubo otro poeta, muy poco o nada conocido en el ambiente, que
también me aportó lo suyo.
Sucedió que allá por
1966/67 paseaba Mar del Plata en compañía de unos tíos, cuando en una mesa de
ofertas de una librería descubro un libro paisanamente titulado “Décimas
Gauchas” del año 1958, y ya me puse a hojearlo, descubriendo allí que su autor,
Don Cupertino del Campo, había hecho de cada décima, una poesía; y había allí
décimas serías, otras humorísticas y para mi sorpresa: ¡décimas dialogadas!
Y no lo podía creer, porque en diez
líneas el autor creaba un dialogó que terminaba redondo concretando un tema.
Así por ejemplo, y para
que mejor se entienda, decía: “-Yo no
cabo en la ciudá / porque es muy chica y cubierta. / Solo en la pampa desierta
/ cabo con comodidá. / -¿Pero no le
he dicho ya / que ese ‘cabo’ es horroroso? / Diga siempre ‘quepo’, mozo. /
- Ta bien; ansí iré diciendo. / -Y hoy, ¿qué es lo que está haciendo / en la
huerta? - Quepo un pozo.”
Ese libro, aún en mi
biblioteca, aquel día me lo regaló mi tío Raúl Mercante.
Andando el tiempo, cuando
ya me sentía con cierta baquía para escribir un verso, empecé a ejercitarme
practicando todo tipo de estrofa y métrica, poniéndole siempre un contenido
criollo. Y así un día llegó el turno de intentar borronear algunas décimas que
fuesen dialogadas; pero en vez de hacer una sola, decidí hacer cuatro, o cinco
o seis en dicho estilo y contando una historia. Como estas cuatro que ahora les
voy a ofrecer, cuando al terminar una yerra dos paisanos conversan y se
despiden, y dicen entonces lo que sigue, a las que hace ya treinta y cinco años
las bauticé “Por la Paloma”, y espero sean del agrado de nuestros oyentes.
POR LA PALOMA
-Estuvo linda la yerra
con trabajos a montones
que son crioyas diversiones
pa’ los hombres de’sta tierra.
¿Qué tal Antenor Ezquerra
si acá en las casa’hace noche
y de yapa, como broche,
al chirriar los asadores,
oímos a los cantores
de sus gala’hacer derroche?
-Vea Almada, la faena
terminó al cáir la oración,
y m’he formao la opinión
que hará una noche serena;
créamé que’s una pena
si no me quedo en su casa,
pero… ¿sabe lo que pasa…?
quiero cuanto antes yegar
a mi rancho, pa’brazar
a mi paloma torcaza.
-Güeno Antenor, si es su gusto,
yo no le voy a insistir
y si tiene que partir
meta, que’l viento está justo:
lo tiene de cara, a gusto
pa’l que debe galopiar,
y en algo los va a’liviar
a su “zaino” y al “gatiao”,
que anque mucho han trajinao
seguro no han de afluejar.
-Ansí es amigazo Almada.
Sepamé usté disculpar.
-Antenor, yo debo dar
las gracias a su gauchada.
-Están demás. Si por nada
tiré con tuitos los royos.
Hoy usté tuvo mi apoyo,
mañana lo hará por mí,
porque la amistá es ansí
en esta tierra de crioyos.
(24/02/1981)
Carlos Raúl Risso E.-