lunes, 5 de octubre de 2015

SIN MIRAR PA'TRÁS

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 023 – 04/10/2015

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

Creo en la inspiración, soy un convencido que existe. Y de ella dependen, la mayoría de las veces, los versos que podemos construir.
De fines de 1988 -época de hiper inflación- a 1992/93, fueron años que me resultaron muy malos, duros, difíciles. Durante ese tiempo escribí pocos versos de inspiración, muy pocos, diría. A veces, me proponía hacer algo, y empezaba a rumiar una yunta de octosílabos como para que me disparen una cuarteta, y aunque por ahí la llegaba a completar, no tenía resto para armar una décima.
Esta situación me llevó a pensar que de la misma manera que un día había comenzado a escribir versos -mágicamente podría decir-, había también un momento en que esa posibilidad  creativa… se retiraba, se hacía humo... Entonces, meditando a solas, “se me murió el poeta”, me decía, tratando de resignarme.
Pero… ocurrió que el día 9 de mayo de 1992, mientras andaba haciendo trámites laborales, me lo encuentro en Avda. 7 e/46 y 47, al escritor Alberto Fernández Lafuente. Nos habíamos conocido por 1979 cuando me había acercado a la Editorial Ramos Americana con intenciones de publicar mi primer libro.
Alberto era fundamentalmente un escritor de aforismos -esas sentencias que quedan condensadas en una frase breve-, y tenía la particularidad, que su vehículo -un viejo Citröen, con muchas reparaciones en su chapa, sin pintar- estaba cubierto con sus aforismos, escritos a mano, con tiza blanca, lo que lo había transformado en un auto muy particular en el tránsito platense. Alberto se ganaba la vida como vendedor de libros en cuotas, a domicilio, y en dicha condición recorría ministerios y otros lugares que concentraran mucha gente. Era uno de esos hombres que podemos definir como buenos, de modales calmos y palabra pausada.
Volviendo al día del encuentro, después del saludo me pregunta como andaban mis versos, mi creación, y ahí le digo: “Se me murió el poeta”. “-Cómo…? No, no…”, y enseguida se puso a buscar en su portafolios una hoja de papel, luego, del bolsillo del saco extrajo una birome; me entrega las dos cosas y me insiste: “-Para que escriba algo!”. Yo me reía de su ocurrencia y le respondo: “-Pero Alberto, gracias, si yo tengo papel y lápiz”. Y era cierto, tenía ambos elementos conmigo. Nos estrechamos la mano, nos despedimos.
Lo cierto es que del sitio del encuentro a la sede de mi trabajo me separaban solo 3 cuadras, pues bueno, cuando llegué a 7 y 50 tenía escritas ¡3 décimas!, que poco después completé con 2 más, titulando al verso “Sin Mirar Pa’trás”, y es el que ahora compartiremos, pero antes vale comentar, que inicié allí una seguidilla de versos: “Brasa’e Pucho”, “Sin Pulir”, “Como Ñudo Potriador”, “No Cualquiera”, “Por un Casual”, “Los Estribos Regalao”, y a todos ellos los escribí con la birome que me obsequiara Fernández Lafuente, ya que su uso destiné solamente a escribir versos, y la usé hasta que se quedó sin tinta, y la he conservado como un recuerdo que evoca ese momento.
A partir de allí, cuando sobrevino algún otro parate creativo, ya no me preocupé, pues quedé convencido que se depende de la inspiración:

SIN MIRAR PA’TRAS

A Alberto Fernández Lafuente,
agradeciendo su incentivo


Ansí es nomás. Amanece.
Viene clariando dispacio
y un hornero -en el acacio-
lo saluda’l día que crece.
Pinta el tiempo, me parece,
como pa’estar superior
y endemientras el sabor
del mate, tiempla mi fibra,
siento que adentro me vibra
el ser campero y cantor.

Ansi es nomás, y sin cuento…
que la tierra en su rutina,
ante’l nuevo día se inclina
…y yo a la tierra, la siento!
Hoy m’he levantao contento
¡si hasta con gana’e prosiar!
¡Malaya!, lindo es cantar
p’auyentar tuito quebranto…
(Y anque mi voz no levanto
cualquiera podrá escuchar).

Ansí es nomás, aparcero,
que el hombre dice y propone
pero Tata Dios le pone
a cada cual su sombrero,
él no cuida un parejero,
 con cualquiera es ganador.
¡Óigale al duro esa flor!
¡No me recule, compadre!
Que tuitos tenemos padre
pero él es padre mayor.

Ansí es nomás. Y ya el día
-con el sol alzando güelo-,
es como un largo pigüelo
que acicatea mi porfía.
Hay que vivir, y entoavía
varios royos tiene el lazo,
templanza conserva el brazo
y luz tiene la retina…
(Qu’ensacándose la espina
solo es ricuerdo el pinchazo).

Y arrinconando la pava
del fogón, en un costao,
priendo el cigarro qu’he liao
mientras barruntando estaba.
Puede, por áhi, que la taba
caiga a suerte… y es capaz.
Ya pues, sin mirar pa’tras
salgo, que’l campo convida
a camperiarla a la vida
que’s lindo, y ¡ansí es nomás!      
                                            (09/05/1992)
Carlos Raúl Risso E.      

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