LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 33 – 13/12/2015
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal…
con su historia”.
Al gran pintor
costumbrista Rodolfo Ramos lo conocí allá por 1987/1988 cuando asistí en la
Ciudad de Buenos Aires, a una de sus exposiciones, y a partir de allí hemos
trenzado un trato de amistosa cordialidad, junto a su esposa Norma. Eso nos ha
llevo a concurrir anualmente a sus muestras capitalinas, y a compartir también
asados y reuniones en las que, hasta se anima a agarrar la guitarra y entonar
algo. Así fue también que alguna vez supimos llegar a su casa en el pueblo de
Santa Coloma a compartir un almuerzo en familia, conocer su “atelier”, apreciar
obras en período de creación, observar algunos de sus primeros trabajos en años
juveniles, y contemplar también sus caballos con los que entonces solía salir a
recorrer las vecindades de su pueblo.
Guardo la primera
tarjeta que de él recibí, invitando a la exposición montada en el Museo de
Motivos Argentinos “José Hernández” en 10/1987, titulada “De Ramos Generales” -jugando un poco con su
apellido-, y que muestra un almacén de ramos generales y en una compleja
composición una serie de caballos y paisanos en distintas actitudes en la
vereda, el palenque y la calle.
Como ya he contado
sobre los versos inspirados por obras de distintos pintores, esta tarjeta
también me acercó “la inspiración” y le escribí entonces siete décimas que a la
brevedad, en 03/1988 le remití para que las conozca, junto a otras tres
composiciones nacidas de la observación de otros tantos trabajos suyos.
Con Don Carlos Moncaut
siempre tuve una muy fluida relación, y gentilmente solía aportar a mis
inquietudes, y cuando él necesitaba alguna referencia de versos y poetas, solía
consultarme. Cuando estaba escribiendo el libro “Pulperías – Esquinas y
Almacenes de la Campaña Bonaerense”, supe, casualmente, visitarlo en su casa, y
de allí surgió la posibilidad que le arrimase fotos y poemas, de Wenceslao
Varela, por ejemplo, y también la “inspiradora” tarjeta de Ramos, y cuál no
sería mi sorpresa cuando al aparecer el libro en 10/2000, cerrando el Capítulo
4, incluyó mis décimas y la reproducción de la obra de Ramos.
Así, casi sin quererlo,
el verso había andado su propio camino, ganando un lugar importante al estar
incluido en un libro de tan ilustre historiador.
No está incluido aún en
algún libro mío, porque aunque hoy lejana, abrazo la esperanza de editar en
algún momento, un libro reuniendo los versos nacidos al amparo de las obras de
Rodolfo Ramos, como lo fuera “Travesiando” con versos sobre obras de Eleodoro
Marenco.
Comparto ahora con la
audiencia, las décimas de:
RAMOS GENERALES
Del
pueblo cuasi a un costao
ansí
tal cual lo rilato,
está
la esquina “El Barato”,
un
almacén muy nombrao.
¿Quién
su palenque no ha usao
p’atar
una vez, siquiera…?
Ya
que la gente campera
al
dir a gastar sus riales
en
los “Ramos Generales”
se
anoticia de’ndeveras.
Van
gritando los ladriyos
de
su amplia costrución
que
anque años tiene un montón
no
se le apocan los briyos.
Unos
palenques senciyos
sobre’l
costao de la caye
muestran
en lujo y detaye
los
aperos más gauchones
en
pingos y redomones
del
paisano que ayí raye.
Al
final del edificio
que
motiva ésta cuestión,
de
chapa hay un gran portón
que’s
pa’l carro de servicio.
Ayí
está el patio, propicio
por
su sombra, pa’l verano,
ande
se nota la mano
de
quien -por tenerlo lindo-
con
escoba ‘e tamarindo
lo
deja asiao de temprano.
Y la
gente‘e la campaña
se
surte y aprovisiona
en
esa esquina gauchona
ande’l
pedido no estraña:
áhi
se compra una guadaña,
sarnífugo
y alpargatas,
una
bolsa de batatas,
algún
porrón de giñiebra,
tabaco
del negro en hebra
o
grasa pa’ carro y chata.
Si
se ofrece: caramelos
pa’
los gurise’ o las damas,
y
telas de ricas tramas
o
variedá de pañuelos;
rejas,
pa’ tayar los suelos,
pizones,
barretas, palas;
ni
falta una caja ‘e balas
ni
ponchos tampoco faltan,
¡y
en los estantes resaltan
las
bebidas más bagualas!
Y
del negocio en la puerta
-siempre
el palenque rodiando-
¡que
hay camperos conviersando
es
una cosa muy cierta!
Y
estando la casa abierta
no
falta alguno en la entrada
ni
esa vecina aplicada
que
yega, por un si acaso,
a
vender -canasta al brazo-
la
muy sabrosa empanada.
Hay
dos que al tranco pausao
van
buscando el derrotero
y
otro, menta el parejero
que
trái de tiro, tapao.
Y
no falta el perro echao
que
al sol, le’squiva los males
buscando‘e
los animales
la
sombra que le da amparo.
¡Qué
hay de todo y nada es raro
en
los “Ramos Generales”!
(1°/03/1988)
Carlos Raúl Risso E.
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