domingo, 13 de marzo de 2016

INDIO DE LANZA

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 43 – 13/03/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

El domingo anterior hablábamos de aquellos tiempos niños que en algún aspecto tratamos de retratar en “Hijo’e tigre”, y hoy pensamos en voz alta que aquellos años pasados y las experiencias vividas en “Los Ombúes” -tan solo un retazo de campo de lo que fuera “El Mirador” de Espinel-, han sido y son un manantial en el que abrevamos cuando la composición de un verso, un cuento o algún artículo. Y por otro lado daría la impresión que aquellos sucesos no solo están frescos en la memoria, sino que, el paso del tiempo los limpió de impurezas, y los ha mejorado.
Por entonces, en lo que era ‘el cuarto de las sogas’, se guardaba ‘la máquina del establecimiento’: un Ford A modelo 1931, de dos puertas. Inquietudes de chico curioso, me llevaron un día a encontrar allí, entre otros trastos viejos, dos viejos libros: La Gran Guía Descriptiva de la Provincia de Buenos Aires, de 1896, y “El Indio del Desierto -1535 / 1879”, de Dionisio Schoo Lastra, editado por Casa Peuser en 1928. Por éste último, que estaba bastante dañado, tuve mi primera impresión cierta sobre la vida del indio. (Puedo dar estos datos con fechas y demás, no de memoria, sino porque los conservo en mi biblioteca).
“Amante del gaucho desde siempre, intuía también que gaucho e indio no eran “hermanos”, y sí más vale, “enemigos por intereses de terceros que los enfrentaron.” (*)
Schoo Lastra no tenía 30 años cuando escribió dicho libro, y tuvo para hacerlo, información de primera mano, como que fue secretario de Julio Argentino Rocca, cuando éste ya estaba retirado de toda actividad, y él le ayudaba en el ordenamiento de escritos y redacción de recuerdos, incluso muchas veces en los campos lejanos de la estancia “La Larga”. Y más allá que dicho libro podía tener una visión “pro conquista”, a mi me sirvió en años tempranos, y mucho!, a tal punto que lo recomiendo a los oyentes: “El Indio del Desierto”.
Pocos años después escribía la letra de un triunfo que comienza diciendo: “Pobre’l indio’e mi tierra / tan perseguido / ¡qué digo siempre corrido! / Eran tan argentinos / como nosotros, / ¡pero eyos eran más potros!”. Más allá de esta visión, no soy de los que se rasgan las vestiduras defendiendo al aborigen. Tengo mi propia interpretación.
Muchos años después, el Círculo Militar editó una carpeta con un disco larga duración con marchas, y una media docena de láminas sobre la Conquista del Desierto, fruto de la creación del maestro Eleodoro Marenco; una de ellas refiere a un indio de pelea, emponchado, montado en un overo rosado, con su larga lanza, en actitud de observación.
Dicha composición, me motivó unas décimas que titulé “Indio de Lanza”, que por estar inspirado en Marenco, está incluido en el libro “Travesiando”.

(*) Artículo “Sobre el Indio”, en el blog “Escritor Costumbrista

INDIO DE LANZA


Como una visión pasada
que dende’l ayer me alcanza
veo el coligüe de la lanza
con plumas, empenachada.
Lo serio de una mirada
indio, me obliga a pensar,
y en mi pensamiento andar
pa’ brindarte con acierto,
mi ricuerdo anque estés muerto
porque te debo un cantar.

Aquel noble valor tuyo
defendiendo la querencia,
solo afluejó a la inclemencia
del jusil, sigún intuyo.
No se doblegó tu orguyo
y en una carga suicida
vendiste cara tu vida
antes que’ngriyarte a un cepo,
porque a mi ver, ¡ni de prepo!
tu lanza cayó rendida.

De cada pampa valiente
que abonó este crioyo suelo
se prendió en el aire’l güelo
de su imagen propiamente.
Por eso que ridepente
hoy noto tu aparición
como histórica visión
que me viene a ricordar,
que del indio jue’l lugar
ande hoy armo mi fogón.

Te puedo ver de a cabayo
en un overo galán
y que los dos viendo están
mi priesente de soslayo.
Por eso que pronto rayo
mi verso más parejero,
por tu estampa, por tu overo,
por tu yano y por tu gloria.
¡Pues lo cierto de la historia
quiero sepa el mundo entero!

Es cierto que maloquiaste
a tu gusto y discreción
pero antes una invasión
d’estranjeros soportaste,
y si al principio afluejaste
¡por asombro! y no temor,
dispués mostraste valor
y en lucha, por muchos años,
enfrentaste sin engaños
a’quel que jue “tu invasor”.

A vos te venció el progreso
y no el valor pecho a pecho:
la bala, anque grande’l trecho
te dio con juerza su beso.
Se sangreó tu cuero grueso
curtido viviendo al raso,
y si reculó tu paso
en defensiva bataya,
¡ni un jeme cedió tu agaya
en la línia del ocaso!

Tu presencia, indio guerrero
-con la libertá de istinto-
en mi crioyo verso pinto
por verte de cuerpo entero:
bien montao sobre un overo
que’s calzao de pata y mano,
de grueso poncho pampiano,
chiripá y bota de potro,
hacia vos (o a cualquier otro)
estiendo mi brazo: ¡hermano!
                                                   (27/03/1982)
Carlos Raúl Risso E.- 

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