domingo, 6 de marzo de 2016

¡HIJO'E TIGRE!

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 42 – 6/03/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

Hoy nos vamos a apartar del tema “del final” de las dos historias anteriores, para apuntarle a la vida, al chico ese que va camino de hacerse “gauchito”; tema que los poetas han tratado repetidamente y por lo general con buen resultado. Boris Elkin, le apuntó al “Boyerito” y dijo “Gauchito de pocas pilchas / echo a dormir en el suelo…”; o el poeta mercedino Juan José Marín quien en “Romance del Boyerito”, le hace pensar al “gauchito” soñando su tropilla del mañana: “Los tendré al chiflido / pa’ que formen. Quiero / que’n vez de tropiya / parezca un colegio”; y el notable Miguel Etchebarne, en sus cuartetas a “El Boyero”, describe “El estirón le ha dejado / la bombacha a media pierna / que muestra la carne tierna / de trigo recién granado”, y cerrando estos ejemplos no podía faltar la certera expresión del “gran” Pedro Risso, cuando dice refiriéndose a “los muchachitos chicos”: “Y tan juiciosos se empeñan / los pollos con púas de gallo / que aprenderán  a caballo / lo que los libros no enseñan.”
Y uno, desde los humildes compuestos propios, no podía estar ajeno al tema. Y acá se mezcla lo autobiográfico con la creación literaria. Vale entonces contar, que mi padre tuvo una linda idea, que era visitar a sus padres o sea mis abuelos, siempre de a caballo, y esto a tal punto que fueron muchas más que la realizadas de otro modo.
Y así las cosas, un buen día, quizás cuando tendría unos ocho años, me ensilló el de andar de todos los días, y me dijo “¿Por qué no te vas a visitar a los abuelos?”. Y allá salí, al tranco manso -que no es cuestión de ser gringo trajinando el montado-, a recorrer algo más de dos leguas para caerle de sorpresa a Doña Rosa y Don Santiago.
Más adelante solía salir para esa visita, para ser más gaucho, con caballo de tiro, como quien va a realizar una marcha larga.
Como era en realidad bastante bajito y los montados no eran petizos, mi padre me ensillaba a la salida, y el abuelo para emprender la vuelta.
Recuerdo que a este “viejo gringo” le daba cierta satisfacción que el nieto lo visitara de a caballo, si hasta se me hace ver una escondida sonrisa que se le escapaba por debajo del bigote cano al verme llegar; y después de desensillar, ya en la cocina, y tras el interrogatorio de rigor: “¿cómo quedó la gente de la estancia?, ¿cómo andan por allá?”, etc. etc., se venía el pedido de un verso que Don Santiago escuchaba gozoso, y yo le decía, de “Astronomía Gaucha” de Martín Castro, la décima que comenzaba diciendo: “Mi abuelo para yerbiar / es hombre de tiro largo / y ancas de cada amargo / un cuento solía contar…”.
Andando el tiempo y recordando aquellos inolvidables días de la niñez, se me dio por pergeñar un verso con esos recuerdos y otros agregados propios de la fantasía, para darle más consistencias a esas cuatro décimas que titulé:

¡HIJO’E TIGRE!

Un muchachito chicuelo
-diez o doce años, no más-
por gauchito y por capaz
va a visitar a su agüelo;
ensiya, de zaino pelo,
un petizón de mi flor
-con recadito cantor
senciyito y sin alarde-,
que como diciendo “Es tarde”
tasca el freno, tranquiador.

Sobre’l zaino bien sentao
pa’ lucir mejor la facha,
se acomoda la bombacha
que usa de puño abrochao;
un pañuelito azulao
añudao, de punta corta,
en el cueyo se recorta
sobre la blanca camisa,
la que a las claras precisa
que a su madrecita importa.

Poniendo un toque de hombría
se descabeza en la faja,
un verijerito, “¡alhaja!”
que anda con él, todo el día;
y si su cara -diría-
se agranda en el serio gesto
queda’l pronto descompuesto
pues alegre balancea
la borla gris, que voltea
de la boina que se ha puesto.

Y ya’garra por la caye
que yaman de “La Cañada”
mientras que al recao colgada
la maleta, es un detaye
(de seguro adentro se haye
un presente pa’ ofrecer).
Si hasta me malicio creer
que al verlo yegar, de lejos
“-¡Hijo’e tigre -dice’l viejo-
overo tenía que ser!”
                               (13/05/1994)


Carlos Raúl Risso E.-

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