lunes, 9 de mayo de 2016

CON EL MATE Y PROSIANDO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 50 – 08/05/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

Con la historia de hoy llegamos a las 50 emisiones del ciclo que iniciamos en 04/2015, por lo que ya lleva un año en el aire; y ésta ha de ser corta, porque el verso es largo.
Ya he dicho en otras oportunidades que creo en la inspiración, y a esta circunstancia ahora le agrego otra: en los peores momentos, aquellos en que por distintas circunstancias la vida nos zamarrea, es cuando la creación se agudiza dando lugar a buenas y originales composiciones. Al menos eso es lo que la experiencia me dice, por lo que puedo inferir que la escritura, es en esos momentos, el elementos que me ayuda a compensar o atenuar los efectos negativos de las malas circunstancias, en otras palabras… el escribir de lo que me gustan, es el modo de conectar mi “cable a tierra”… como diría un electricista.
Desde fines de 1988, cuando hizo eclosión la hiperinflación, y fácilmente por el lustro siguiente, las cartas vinieron mal repartidas y hubo que apretar el cinto. Fueron por otro lado, los momentos en que dejó de salir “Pa’l Gauchaje”, que reapareció a inicios de 1992.
Por entonces -1989- escribía muchas cartas, a través de las cuales me contactaba fundamentalmente con poetas, a los que solicitaba información para mi archivo,  información de la que actualmente me valgo para poder escribir o hacer los comentarios literarios en los que suelo involucrarme.
Pues bien, para poder seguir despachando cartas, comencé a ir al trabajo y volver caminando, para disponer del valor de los pasajes que ahorraba, para gastos de correo, sin alter el presupuesto hogareño.
Realmente no era mi voluntad caminar esas cuarenta y cuatro cuadras por día, pero no tenía más remedio que hacerlas; entonces para sacarle provecho, aprendí a leer caminando, y así leí uno de los mejores libro de Benito Lynch: “El Romance de un Gaucho”, y en otros momentos, escribí versos. Así es que de esos días es este “romancillo” que titulé “Con el mate y prosiando”; es una composición totalmente creativa, imaginada, amasada en la fantasía, resultando ser dentro de los de mi cosecha, uno de los que creo más logrados.
Digo que es “romancillo” porque su métrica es de siete sílabas, lo que se llama heptasílabo, una menos que la del romance, pero mantiene como éste la rima asonante en los versos pares.  


CON EL MATE Y PROSIANDO
        (Relato por romancillo)


Pues viá ensiyar el mate
-aparecero y amigo-
sabedor de secretos
qu’entablé en el camino
y ha escuchao, sin sentencia,
cuanti más… un chistido;
…arrimador de calma
cuando el pecho, de arisco,
amagó un abalanzo
que se apocó en bufido…

Pues viá ensiyar el mate
-aparecero y amigo-:
¡mi viejo mate ‘e guampa
que trabajé a cuchillo!
y que por legua’ y años
cabrestiando ha venido
de la cadena ‘e plata
que lo asujeta al cinto,
…la que’ngarzó el platero
dispués de aquel domingo
que gané las espuelas
jineteando a un invito…
Cuando a más del aplauso
y el abrazo de amigos
me topé’ntre las buyas
con sus ojos retintos
y esos labios carnosos
-en ceibo, florecidos-
que dijieron sonrientes:
 “-¡Muy bien… lo felicito…!”
Y entré yo a redetirme:
¡que paisana, cha digo!
(Y anque dispués mi rumbo
desvié, pa’otro destino,
nunca olvidé su aroma
¡y es cierto lo que’splico!).

Y ya ensiyao el mate
-aparcero y amigo-
el pasao brota manso
y en ricuerdos revivo.
Si hasta lo vicho a Tata
cuando yo, gurisito,
me arrimaba al palenque
pa’ mejor recebirlo,
en que dispués de días
de andar campo y caminos
regresaba a su rancho
de resero sufrido.

(Y una vez -hace un tiempo-
sin ensiyar el pingo
se marchó… de seguro
pa’ un destino bien lindo).

¡Ta que se puso el humo
insidioso y ladino…!
Ha de ser que ha pegao
el  “pampero”, un soplido…

Ta calentita l’agua
y el mate’s como abrigo
pa’ emponcharlo por dentro
al hombre más marchito.

Y un ridepente a Mama
me parece qu’he vido
trajinar -sin cansancio-
con su pila de oficios:
que ordeñar la lechera,
que la quinta, el carpido,
recorrer las nidadas,
darle leche al guachito,
coser, surcir la ropa,
sobar el amasijo,
atender los malvones
… y lidiar con los chicos.

De áhi que con muchos años
-y hace de’sto un tiempito-
se l’ha yevao mi hermana
qu’en un pueblo vecino,
vive por las ajueras
en un rancho prolijo.

Lo viá bostiar al mate
pa’rreglarle los bríos
que si el prosiar es largo
¡bien que lo necesito!

 (Mas no sé pa’ que le hablo
si ya lo sabe tuito…).
¡Mi viejo mate ‘e guampa!
-aparcero y amigo-
que ha cruzao con mi vida
mil parajes y sitios.

Hay momentos que pienso
y me quedo contrito:
¡no tocar la guitarra
pa’ rumbiar un estilo…!
Cuantas cosas se pueden
-entonando bajito-
descargar dende adentro
pa’ quedar más vacido…

Siempre a lomo ‘e cabayo
trabajé. Y está escrito
de que’l hombre campero
pa’l cabayo ha nacido.
Mensualié’n las estancias,
jui boyero -de chico-,
y resero sin pausa
taloniando al destino.
  
¿Qué no hice a lo crioyo?
¿Qué trajín no he sufrido…?
Mas… en pasando el tiempo
se ata el hombre a su sino.

Y aquí estoy, junto al fuego
en brasas convertido,
echándole un cuenta
al pasao siempre vivo;
entreviendo las luces
de’sos ojos retintos
y esos labios carnosos
-en ceibo, florecidos-
que marcaron mis días,
mi güeya… mi destino…
Suerte que tengo el mate
-aparcero y amigo-,
el viejo mate ‘e guampa
que por siempre ha venido
cabrestiando a mi tranco
por destintos caminos,
de la cadena ‘e plata
que lo asujeta’l cinto…
……………………….
                                  (27/08/1990)
Carlos Raúl Risso E.-

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