LR
11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
55 – 19/06/2016
Con su licencia, paisanos!
Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz,
mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con
su historia”
Uno de los juegos y
entretenimientos más difundidos en nuestra campaña ha sido, sin ninguna duda,
el de taba, y este juego, al que se le atribuye su origen en la antigua Grecia,
tomó en estas tierras características muy propias que en nada lo asemejan al
practicado antaño en aquellos pagos de Europa.
El hueso que llamamos
taba -que sale de las patas del animal-, “científicamente” se denomina “astrágalo”,
vocablo desconocido en el ambiente rural, pero lo anotamos a modo de
información.
En la casa de mis
mayores, allá en “Los Ombúes”, donde era muy común que los fines de semanas
llegaran visitas, se solía “tirar el güeso” en familia, o sea, hacerlo por
monedas y no por plata fuerte como ocurría en alguna tabeada de verdad, y todo
andaba entre aficionados hasta el domingo que caía “Tío Pocholo”, en realidad
un tío abuelo, quien estaba fogueado en eso de “tirar el güeso”, y era de los
capaces con la taba en la mano; por eso, como demostración de su capacidad, se
marcaba en la cancha, en el lado opuesto al tirador, un redondel de unos 40
cms., y su jugada era tirar a clavar dentro del mismo. ¡Fantástico… no?
La taba está presente
en nuestra literatura de diversos modos, así, en un rápido repaso recordamos
que el poeta de Lezama, Don Pedro Boloqui, bautizó a unos de sus libros “De
Vuelta y Media”, uno de los tiros clásicos en el juego junto al otro llamado de
“dos vueltas”; en ambos lo que vale es la capacidad de ejecutar el tiro
buscando tener “la suerte” de la taba del lado de quien lo ejecuta. El otro
tiro es “de roldana”, pero en éste todo queda librado al azar, no demostrando
el tirador ninguna clase ni estilo.
Otro poeta es el Indio
Bares, que en su verso “Bolada”, nos hace una aclaración profunda, cuando
observa “que toda taba derecha / sale del garrón izquierdo”.
También el gran Wenceslao
Varela construye un verso donde la taba juega un papel fundamental, y por eso
el paisano que relata se presenta diciendo: “Pero
nada más sencillo / que el juego’e taba encontrao”, y loando su habilidades
recuerda que: “le eché veintidós clavadas
/ sin volcárseme ninguna”, pero que cuando juega a “suerte o culo” el amor
de una paisana, no sabe por qué pero al tirar: “la taba picó y se jué / como una cosa perdida; / si cuando la vi caída / me vino como un sudor…”.
Por mi parte he hablado
de la taba en varios versos y algún cuento. Recuerdo a “Como la taba”, en el
que intento hacer una comparación con la vida cuando las cosas no nos van bien,
como si la taba hubiese mostrado “el culo”.
Ahora, para compartir,
he traído uno en el que personaje “Laurentino Cuberes”, bien podría haber sido
aquel Tío Pocholo del que ya hablé. Está incluido en el libro “Travesiando” de 2007
y se titula:
TIRANDO EL GÜESO
Con la atitú
decedida
del que sabe lo que
quiere,
don Laurentino
Cuberes
la pisó al verla
tendida;
la mirada precavida
fija un momento en
su mano
porque al
tantiarla, baquiano
como quien en eso
es ducho,
piensa: “yo he de
alzarme un pucho
como hizo Fierro...
mi hermano...”.
Dispués que la revolió
como tantiándole’l hacha,
de la mano, en la bombacha,
la traspiración secó;
la pierna derecha echó
levemente hacia’delante;
estiró el brazo. Un istante
lo deja en el aire, quieto,
carculándole’l trayeto
a juzgar por el semblante.
Y con suavidá galana
como vuelo de paloma,
una taba’ltura toma
dende una estampa paisana.
Dos ojos, de güena gana
no le quitan la mirada,
y al agarrar la bajada
que la yeva a su destino
¡suerte!, grita Laurentino
pero endimás: ¡es clavada!
(08/03/1988)
Carlos Raúl Risso E.-
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