domingo, 3 de julio de 2016

CONQUISTADOR - VASCO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 57 – 03/07/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

La historia de hoy más que con un verso tiene que ver con los 40 que componen el libro:“Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”. Por qué digo esto? Pues paso a contarlo.
En el año 1980, por una noticia en el diario platense, tomo conocimiento que el Ministerio de Educación de la Provincia, organizaba el “2° Certamen de Poesía Gauchesca José Hernández” para libros inéditos, y ahí me dije: ¡esta es la mía!
Seleccioné de mi carpeta una serie de versos, procurando elegir distintas formas estróficas y métricas distintas. Los englobé bajo el título “De Sangre Pampa”, y lo presenté al concurso. Muchos meses después, al año siguiente, recibí un telegrama por el que se me notificaba que había recibido una mención, que se haría efectiva el día tal, en una sala del Ministerio. Y la noticia que para otros hubiese sido una alegría, a mi casi que se me presentaba con una frustración. En los días posteriores, por información periodística me enteré quienes habían sido los ganadores: Ñusta de Piorno y Amancio Varela, y fue ahí como que me dije “que ingenuo que soy, con lo que yo hago no puedo competir contra estos poetas que cultivan una forma que no es propiamente gauchesca”.
Fui al acto de entrega de premios, y al salir de allí, ya de noche, mientras esperaba el colectivo mascullaba, que de hacerse el “3er. Certamen” -ese había sido “el 2do”-, debía participar con algo distinto para tener alguna posibilidad, pero… ¿de qué escribir…? ¿a qué escribirle…? y ¿cómo…?
Fue entonces que me vino la idea de escribir sobre el “pago de mis mayores, la Magdalena”, y ahí también se me ocurrió -para no apartarme del todo de mi forma de escribir-, contar la historia dos veces, o sea: una, en la medida y forma lingüística de los que habían ganado, y otra, al modo que lo hago habitualmente.
El paso siguiente fue elegir los temas y la cantidad, que finalmente establecí en veinte; y en cuanto a los temas busqué cuestiones históricas, otras geográficas y algunas de tinte familiar. Y así, una vez establecidos, escribí dos veces sobre cada tema: una al modo nativista podría decirse, y la otra al modo gaucho.
Lo cierto es que el 3er. Certamen nunca se hizo, pero a mí me quedó armado el libro “Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”, del que tengo el honor que haya sido prologado por Don Carlos Antonio Moncaut, y que recién cinco lustros después, gracias al “empujón” de don Roberto Coppari, salió de la imprenta como libro.
También es un honor, que por algunos de los versos que le dan cuerpo, haya surgido la idea de que en Atalaya se erija un monumento que evoque las gestas patrióticas libradas por esas playas, a las que la Agrupación “Rinconada Criolla” viene rindiendo honores con una cabalgata entre La Plata y esa localidad desde 2011.
Como no podemos en este espacio referirnos a los cuarenta versos, a modo de ejemplo tomamos el alusivo a Juan de Garay, y leeremos las dos versiones.
La Primera:

CONQUISTADOR

Hubo un ‘vasco’ tozudo en tu pasado
que ni fue poblador, ni fue vecino,
más le tocó cruzarse a tu destino
para que como ‘pago’ seas mentado.
  
Dejando a Buenos Aires refundado
como puerto y ciudad, según el bando,
para afirmar su posesión de mando
internóse hacia el sur tan ignorado.

 Y su planta de audaz guerrero osado
en nombre de su Rey, el suelo tuyo,
al transitar, tomaba como suyo
y entre su gente dejaba parcelado.

 Juan de Garay llamóse aquel soldado
conquistador de porte vizcaíno
que hacia tu corazón trazó un camino
y se quedó a tu historia muy ligado.
  
¡Sí Magdalena: fue Garay por cierto
quien se cruzó una tarde a tu destino!
  
La segunda:
      
VASCO


¡Ah Vasco, que decisión
la que tomaste aquel día!
Demuestra tu valentía
y también tu tozudez:
¡mirá que adentrarse, pues,
al sur de’sta tierra mía!

Dicen que de’so han pasao
los años de muchas vidas,
y que las gentes sufridas
que al Vasco lo acompañaban,
eran crioyos que ya andaban
de soldao, en las partidas.

Los más, marchaban al “dos”,
-pocos gastaban cabayo-
y sobre un dato me esplayo
porque’s justo que lo mente:
diba el campo, entre su gente,
repartiendo sin desmayo.

Es que a estar en su opinión
la tierra no tenía marca,
y lo que a su paso abarca
-que’s mucho y de lo mejor-
en nombre de su “señor”
con pacencia lo demarca.

 Ansina, cuentan yegó
a las costas de la mar;
dispués debió regresar
pa’ una ciudá muy galana;
y como “Vaye ‘e Santa Ana”
dentró este “pago” a sonar.

Nunca más golvió aquel hombre
a esta tierra antigua y güena...
dicen que murió de pena
ayá por el Paraguay.
aquel Vasco... ¡Juan Garay!
te descubrió ¡Madalena!

Versos de Carlos Raúl Risso E.-

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