domingo, 7 de agosto de 2016

UNA FAMILIA CAMPERA

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 61 – 07/08/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

La historia de hoy va a resultar muy corta, porque el verso es un tanto largo.
Resulta que el domingo pasado, terminada mi participación salió al aire la voz de Héctor del Valle interpretando “Los Diez Hermanos Rosales” de Pedro Risso, y  me trajo a la memoria que antes que esas décimas yo había conocido “Los Medina” de Omar Menvielle, siendo los dos “joyas” de nuestro decir criollo. Y andando el tiempo se me ocurrió hacer una travesura con ellos, y buscándole la vuelta casorié una de las Medina con uno de los Rosales, y salió este compuesto que ahora compartimos con la audiencia y que titulé “Una Familia Campera”; forma parte de mi libro “Redomones”.
No hay que aclarar que puse el mayor de los respetos al escribirlo, procurando no faltarle a ninguno de esos dos máximos poetas bonaerense.

UNA FAMILIA CAMPERA
            -relato-
Hermanando a “Los Medina”
y  “Los Diez Hermanos Rosales”


1
Ya que’l momento se ofierta
con la atención que apreceo
les vi’hacer el relanceo
de una historia que’s muy cierta,
que si mi vida dispierta
hace ya un tiempo muy largo
no le hago a la vida un cargo
si no yegué a capataz.
Endimientras… cuanti más
vaya ensiyando otro amargo.
2
Y ya que entonces estoy
ante tantos comensales
digo: ¡Juan Claro Rosales,
un servidor!, ese soy;
y anque de la vida voy
pegando la güelta’gata
ante una atitú insensata
deseguro masco el freno
“que habrán de pitar del güeno
pa’ pisarme la’lpargata”.
3
Ansina solía insistir
el Jacinto, un tío resero,
hombre baquiano y campero
siempre dispuesto a partir.
Y viene al punto decir
-anque’l ricuerdo taladre-
que’ra hermano de mi padre
de nombre Don Antenor
crioyo alvertido y ¡cantor!
y un Rosales ande cuadre.
4
Y como al “tata” he nombrao,
patrona de su cocina
era Doña Juana Urbina,
de la que’l nombre he’redao.
De un pago medio alejao
-como juyendo y con pena-
cayeron a Madalena
y la costa del “Zapata”
le’mpriestó una loma grata
y el tiempo, una dicha plena.
5
De las crías de’se casal
yo emprencipio la familia,
endispués continúa Emilia,
siguen Ángel y Marcial,
poniendo punto final
el menor, que’s Ataliva,
pero reservo saliva
y corto la rilación
que ya haberá otra ucasión
que a mis hermanos describa.
6
Mas, siguiendo por mi senda
crucé pagos a montones
porque pa’ ricos patrones
yo jui comprador de hacienda,
hasta que topé la prienda
que a su mirar me amadrina,
eya es Yolanda Medina
y de Chascomús la truje
y aún me dice con su empuje
que la vida no termina.
 7
Veneranda Altamirano
y Don Crisantos Medina
jueron los tata ‘e mi china,
¡tronco por demás paisano!;
del hombre traté a un hermano,
el mayor, un tal Cerilo,
jue por Dolores, cabilo…
andaba de’squilador
y por vicio, al alfajor
yevaba con mucho filo…!
8
Eran mis años pocones
cuando mi tío Tadeo
me yevó ‘e pión di’un arreo
que diba pa’ Patagones,
y jue’n aqueyas cuestiones
-anque sea difícil creer-
de que vine a conocer
a unos reseros muy güenos:
Zoilo, Ulogio y Azuceno,
¡los tres tíos de mi mujer!
9
Corrió el tiempo y quién diría
¡echó señora Rosales!,
jue’n las Fiestas Patronales
de Julio, Santa María;
tantísima gente había
pa’ celebrar la junción,
y en el baile del galpón
que’staba cerca ‘e la plaza
topé la prienda crioyaza
que me ganó el corazón.
10
Eya andaba de paseo
-por las fiestas, casualmente-
en la casa de un pariente
que se apeyidaba Esqueo;
y endispués de algún tanteo
carculando el encontrón
acetó mi invitación
y al seguir del baile’l paso,
sentí en ese medio abrazo
beyaquiar el corazón.
11
Ande la orquesta dio tregua
le apalabré una visita
pero… ¡mi madre bendita
si tragué legua tras legua!
Aprendió el rumbo la yegua
y ayá diba la tropiya
por el barro o la gramiya
puntiando pa’ Chascomús
(…que nunca pesa la cruz
si hay un beso pa’ presiya!).
12
Como lo que’mpieza acaba,
siéndole al trabajo fiel,
cái que Don Pablo Espinel
en su estancia me conchaba.
Y áhi nomás risuelto estaba
lo que había que decidir
pues casao me jui a vivir
cerca del casco ‘e la estancia
olvidando la distancia
de tanto dir y venir.
13
Y entonces cambia el sentido
de mi vida trajinada,
que con la mujer amada
el rancho más pobre es nido,
y hasta el trabajo esigido
se güelve más yevador,
que’n campos de “El Mirador”
-hoy ya distante colijo-
al yegar el primer hijo
sentí la dicha mayor.
14
En total y seguidones
vinieron media docena:
dos niñas, a cual más güena,
y el resto, cuatro varones.
Y entrando en esplicaciones
pa’l rilato, de rigor,
nuembro a Mariano, el mayor
-dende muy chico resero-
y anque pinta pa’ soltero
es bailarín y cantor.
15
El segundo es Desiderio,
un paisano alto y nervudo
sereno -por corajudo-
hasta en el trance más serio;
hombre de mucho criterio,
parejo como campero,
ya de hace mucho es carrero
que durmientes a granel
yeva a una punta de riel
ayá en un pago surero.
16
Endispués sigue Dionicio
que’s morrudo y retacón
y le suebra condición
pa’ soguero, que’s su oficio;
en las trenzas tuvo inicio
con mi viejo tío Balbino
una ucasión que aquel vino
y pasó un tiempito en casa,
y pa’ cencia tan crioyaza
¡mejor máistro no imagino!
 17
En el orden del rilato
le toca el turno a Santiago,
pa’l cabayo, brujo o mago
a juzgarlo por el trato;
por tal cuestión hace rato
que’s mentao el nombre d’él
y aura anda por “San Miguel”
entablando la tropiya
que habrá de ser de la siya
del patrón, Blas Esquivel.
18
Pa’ culminar la mención
las muchachas me quedaron
(esas que al rancho adornaron
con encanto de malvón);
cada una tuvo su unión
dichosa cual cascabel,
y aún ricuerdo el tiempo aquel
en que la mayor, María,
supo casoriarse un día
con el crioyo Omar Menviel.
 19
Pasao un tiempo, dispués,
ese mesmo rumbo inicia
la hija menor, Alicia,
que aura cayó en la viudez;
un campero sin revés
jue’l que me pidió el permiso,
hombre medido y conciso
pa’ la opinión más veraz
que supo ser capataz
por Barracas: Pedro Risso.
20
Ansí pues, sin maraviya
ni fantástico rilato
he pintao, hablando un rato
a tuita gente senciya
que’s como mejor se oriya
una vida verdadera,
que’n el pago cualisquiera
en que le toque caer
siempre se hace bien valer
¡¡ una familia campera !!  
                             (17/01/1989)
Carlos Raúl Risso E.-
                                                                                                         

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