LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 007 –31/05/2015
Con su licencia, paisano! Acomodado
en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos
un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.
Hablábamos en el programa anterior, de
“los maestros”, esos que nos han trasmitido su positiva influencia, y sobre esa
misma cuestión vamos a desarrollar más de uno de estos micros. Sumaremos a
Charrúa, las enseñanzas que nos transmitió Menvielle, y aclaramos que ambos
eran poetas que ya no estaban entre nosotros. Pero también entre los
contemporáneos hubo alguno que nos hizo pensar, que nos hizo reflexionar sobre
la metáfora, esa manera de decir las cosas de un modo más florido, pero sin apartarse
del decir criollo.
Por ejemplo, Omar Moreno Palacios, cuando
en la letra de una “huella” dijo, anunciando una tormenta: “El toro de los truenos / viene bramando / pechando nubarrones /
negriando el campo”, nos sorprendió y maravilló, pues de una forma muy
campera hizo esas comparaciones que son muy floridas. El querer probar de hacer
algo por el estilo, nos llevó a escribir para otra danza, un “triunfo”, un tema
que titulé “Yuvia”, ¡y hasta donde su influencia ya que también tiene que ver
con la tormenta!
Más adelante, un día que “Pancho”,
ocupando un espacio semanal que tenía en la recordada audición “Un Alto En La
Huella”, contaba la historia de un caballo que tuvo, llamado “El Margarito”, al
que había amansado y que desgraciadamente se le había muerto, nos atrapaba con
la historia que relataba y con el desarrollo del verso que cantó por estilo y
que comenzaba diciendo: “Un overo
chimanguiao / marca de Juanjo Madero, / dejó de luto el potrero / ande lo había
pastoriao…”. El todo nos atrapaba y nos dejaba barruntando, pensando en
escribir algo que tenía que sonar distinto a lo que venía haciendo, que tenía
que salir ‘más completo’ diría, con una historia que aunque fuese de imaginería
debía sonar cierta.
No recuerdo hoy cuantos días pasaron,
pero si quedó registrado en mis papeles -porque soy muy minucioso con las
fechas- que un día de 5/1973, ¡hace ya 42 años!, quedó terminado un verso de
cinco décimas al que titulé “Mi Overo Gatiao” (fíjense el tema de las
influencias: el mío también resultó un overo como “El Margarito”, que era un
overo chimanguiao, dijo Moreno). Más allá del pelo, aclaro que los temas nada
tienen que ver uno con otro.
Ese compuesto resultó una bisagra en mi
producción; hay un antes y un después de ese verso. Soy consciente de ello, y
quizás por eso, mucho lo aprecio; claro está, sin dejar de reconocer que tiene
varias “manqueras”, a pesar de lo cual nunca me dejó de a pie, como que me
apuntaló para crecer. Quiero decir que tiene varias ripiosidades en su rimero;
“manqueras” que nunca le corregí, pero que procuré no se repitieran en los que
vinieron después.
20 años más tarde supe que Juan Manuel Pombo
tenía un verso de igual título, pero ambientado en los tiempos de Rosas.
Quede entonces ahora a su evaluación,
paisano oyente, la historia de:
MI OVERO GATIAO
Tengo un overo gatiao
marca de Antenor Carranza,
dentrador igual que lanza
pa’l trance más delicao;
a ese crioyo lo he comprao
ayá por la Madalena ,
él mentó la estirpe güena
de su procedencia crioya,
y en verdá, la estampa apoya
la sangre que anda en sus venas.
¡Qué
lindo queda ensiyao!
-con
mi recadito ‘e pión-
si
parece de un patrón
o
de algún cuadro escapao.
Prolijamente
tuzao
bien
peladas las orejas,
con
las raniyas parejas
y
la cola recortada…
¡Cha
digo!... la paisanada
al
mirarlo arquea las cejas.
Con
él, supe apadrinar
en
varias fiestas camperas,
y
por cierto el gatiao era
sereno
pa’ trabajar.
Una
luz para empardar
al
bagual que disparaba,
y
si sacar me tocaba
al
jinete de la grupa,
sobre
las ancas ¡jue pucha!
al
palenque lo yevaba.
También
anduvimos juntos
lidiando
en algunas yerras,
haciendo
temblar la tierra
sabe
Dios, hasta qué punto.
Especial
pa’ un contrapunto
Habiendo
otro bien montao,
¡guay!
del noviyo porfiao
que
hacía una brecha al rodeo…
¡Qué
ocasión para un floreo
de
mi overito gatiao!
Con
esa crioya esperencia
de
trabajar sin apuro,
enfrené
pingos, lo juro,
de
muy gayarda presencia.
Pero
están las preferencias
en
el que les he mentao,
pingo
que me han codiciao
por
su estampa y largo aliento,
pero
no vendo ‘ni en cuento’
¡mi
crioyo overo gatiao!
(4/05/1973)
(4/05/1973)