LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 004 –10/05/2015
Con su licencia, paisano! Acomodado
en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos
un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.
En los años de mi niñez, de mi infancia,
era común ver como adorno en las paredes de mi casa como en la de otros
familiares y también en los negocios de campo, cuadros con motivos criollos;
estos eran los consabidos trabajos de Molina Campos para los almanaques de la
firma Alpargatas, y también de las láminas de don Eleodoro Ergasto Marenco, que
en el año 1950 y pico habían ilustrado el almanaque de la Compañía Nobleza de
Tabacos, lo que me trae al recuerdo cuadros con títulos como “De Vuelta Con la
Mañera”, “El de Probar Forasteros” o “El Overo de la Guardia’el Monte”; por ese
tiempo, también los había de un almanaque que ilustrara Enrique Rapela.
De tanto mirar aquellos cuadros, comenzó
a abrírseme como una ventana que me permitía introducirme dentro de aquella
historia pintada, y cuando un poquito más adelante comencé a borronear mis primeras letras, esas láminas
fueron motivo de inspiración, claro que en una interpretación libre, porque
quizás lo que yo imaginaba, poco tenía que ver con lo que el artista plástico
había pensado al momento de realizar su creación, motivo que por otro lado, al
no estar explicado, desconocía.
Las reproducciones de Marenco,
aparecidas en libros, revistas y cartulinas sueltas, me motivaron y mucho!, al
punto que realicé una serie, que andando el tiempo, cuando el maestro ya no
andaba por este mundo, publiqué en 2007, bajo el título de “Travesiando –
Versos Camperos Sobre Motivos Pictóricos de D. Eleodoro Marenco”; una copia
encarpetada llegó a conocer el pintor cuando ya estaba enfermo, y en una
conversación telefónica me dio el visto bueno a lo que venía haciendo, ya que
lo hecho por mí, era medio una travesura sin permiso del dueño.
El caso concreto que hoy nos ocupa y que
está en el libro, viene a cuento de lo que ahora sigue: por el año 75, mi tío
Raúl Mercante, de la zona de Bavio pero radicado en La Plata, me regaló una
lámina que era reproducción de una tinta de Marenco, publicada a toda en página
en la Revista “El Caballo”; en ésta, casi todos los meses aparecía una
distinta, o bien la tapa era especialmente ilustrada por el pintor. La del
cuento que acá hago me impresionó, representaba a un paisano ¡bien bonaerense!,
ensillando un animalito redomón solo de bocado, cerquita de una tranquera de
alambre y como divisando algo en el campo tendido. Miraba la lámina y se me
cruzaban imágenes sobre quien era o que andaba haciendo. Finalmente nacieron
estas seis décimas que ahora les muestro, a las que bauticé tal el nombre de la
pintura, “El Surero”; siempre
procedí del mismo modo cuando escribí un verso inspirado en un cuadro: si este
tenía título, así se llamaría mi verso.
Esta lámina había aparecido en la página
15 de la revista ya citada, en 03/1960, y mi compuesto cobró forma el día que
cumplía 24 años: 21/01/1976.
EL SURERO
Lo vide ni bien
clarió
dir al tranquito
pa’l campo,
como reflejo de
un lampo
que a lo lejos
centeyó.
Lindo el paisano
ensiyó
en un bayito
amariyo
riciensito de
colmiyo
y por crioyo lo
detayo:
¡ arregladito el
cabayo
con lujos de
hombre senciyo !
Una nube l’hizo
marco
ni bien yegó a la
tranquera
y una mirada
señera
perdió a lo
lejos, muy parco;
medio achinao, lo
remarco,
con sombrero de
ancha ala
requintao con
mucha gala
y un barbijo bien
calzao,
negro el bigote
tuzao
y pitando al
viento un chala.
De corralera
cortona
con el pañuelo a
la espalda,
una daga lo
respalda
anque no lo
envalentona;
una rastra le
abotona
un tirador con
monedas,
y el talero, que
arremeda
en la mano,
diestra lanza,
en la rodiya
descansa
con la lonja como
seda.
En la grupa del recao
y cubriéndole la pierna,
luce como prenda eterna
un poncho medio listao;
una potrera ha’somao
entre basto y cojiniyo,
y un sobrepuesto senciyo
pone una nota especial,
junto a un lazo, que’n el pial
puerta’juera, es el caudiyo.
En el estribo surero
-un gran redondel de luna-
la punta del pie se acuna
con la espuela ‘e sonajero,
luce’l pigüelo altanero
de ocho púas, su corona;
el arco al talón la entrona
la bota de potro atando,
la que a su vez va cinchando
una bombacha angostona.
Al tuse de cogotiyo
le hace una mueca el penacho,
y cierto aire vivaracho
le da’l bayito amariyo;
en la boca es un aniyo
el bocao hecho de cuero;
al redomón con esmero
lo galopa el domador...
...Yo uso mi amago mejor
pa’ saludarlo: ¡ Al Surero !
(21/01/1976)
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