LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 011 –28/06/2015
Con su licencia, paisano! Acomodado
en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos
un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.
La historia de hoy es referida a un
verso que considero bastante camperón. Los oyentes tienen la última palabra.
Pero antes hacemos alguna explicación.
Cuando en uno se despierta la vocación
de escribir versos, a medida que comienza a hacerlos va aprendiendo, y también
tiene que ir tomando decisiones. En mi caso, elegí el rumbo de los poetas
camperos, llámense Gualberto Gregorio Márquez, Omar Menvielle, Pedro Risso...,
y consideré fundamentalmente el tema del lenguaje, así preferí el uso del “modo
gaucho”, o sea: tratar de realizar la composición con la forma antigua del
habla paisana. Por otro lado, siempre me ubico al escribir, en tiempos del
“campo de ayer”, tal el título de mi cuarto libro, o si se quiere decir de otra
manera: “tiempos de la Patria vieja”. Así el panorama, el elemento más moderno
que puede aparecer en un verso mío, es la referencia a un tren o a un molino de
agua, ambos presentes ya en el Siglo 19. Además, para llevar al verso cosas que
me pasan en el presente, las ubico en ese campo de ayer, para lo cual suelo
cambiar el motivo para poder encuadrar la historia en ese pasado no tan lejano
que aroma mis versos.
Así las cosas, algo más de quince años
atrás, me encontraba en Buenos Aires conversando con Miguel Maj; como éste tiene
compañía de transporte, o sea camiones, me refería los problemas que tenía con
la contratista para la que estaba trabajando, inclusive como tenía que
desprenderse de equipos para poder seguir manteniendo activa la empresa y no
dejar sin trabajo a gente que lo acompañaba de mucho tiempo. Y en un momento,
como rematando el tema, expresó algo así como: “-Pero que se creen!! ¿Me van a
andar contando las costiyas?”. Y la expresión me pareció por demás
contundente. Derivó la conversación por otras cuestiones, y finalmente cada
cual buscó su querencia.
En mi regreso hacia La Plata, meditaba
lo escuchado, me daba vueltas ese asunto, y comencé a rumiar rimas, y pensé en
aquel caso que vivió más un paisano, cuando en la vida de la estancia comenzó a
limitarse el número de caballos en beneficio de la hacienda vacuna, y se me
ocurrió el hecho de que un mensual o un puestero se viera ante esa limitación,
y piensa entonces “¿pero cómo, y todo lo
que hago no se ve… sí aqueyo que supuestamente es perjudicial?”. Y así nació
“Con La Tropiya”, verso en décimas, que tuve la suerte grabara como milonga, el
cantor Leandro Álvarez, en su producción “Por Patriota y Argentino”, hace unos
diez años atrás.
Este verso está previsto que forme parte
de un libro que he bautizado “Charamuscas”, que algún día publicaré… si Dios
quiere.
Basta de palabras; ahora, amigo oyente,
vale su opinión:
CON LA TROPIYA
Al
“Gaucho” Miguel Maj
Sepa
mi amigo que’stoy
firme
y como horcón, ¡derecho!
aguantando
-como al techo-
éste
duro vivir de hoy.
Sabe
que senciyo soy,
que
nunca ensucié una suelta,
como
que’n forma resuelta
siempre’ncaré
dando el frente,
pues
pa’ mi, pobre o pudiente
no
es cuestión que me dé güelta.
Me
ha dicho el patrón que piensa
despoblar
el puesto mío
dejando
el campo baldío
pues
pérdidas le dispensa;
pa’
más, y pa’ mi jue ofensa!,
me
dijo de la tropiya
que’s
mucho, si un hombre ensiya,
el
tener tanto cabayo…
Pensé…
yo nunca le fayo
y
él me cuenta las costiya’.
Que’s
mucho lo que hay que andar
sin
que’l patrón venga y mande
cuando
en un campo muy grande
uno
ha ido a puesteriar;
hay
que’star pa’ madrugar
cuando
es crudón el invierno,
o
cuando se hace un infierno
por
el calor, el verano…
¡Yo
al rigor dende temprano
y
él, apuntando a un cuaderno!
Acá
uno está distanciao
hasta
del casco ‘e la estancia,
carcule
la circunstancia
si
anda de salú embromao;
jamás
esiste un feriao
pues
siempre hay algo que hacer,
¡si
hasta si dentra a yover
algo
hay que hacer en las casa’!
…pero
eso que a mi me pasa
el
hombre… no sabe ver.
L’única
plata ‘e valor
es
pa’ mi, cada cabayo,
¡si
a las monedas detayo
priendidas
del tirador!
No
doblegaré’l honor
que’s
mi más campero orguyo,
y
pa’ esos lares me juyo
le
confirmo y le adelanto,
si
está en pie, lo que hace tanto
jue
un ofrecimiento suyo.
Des’ta
forma lo anoticio
pa’
que sorpresa no sienta
que
me han de arreglar la cuenta
pa’
fin de mes, me malicio.
Viá
poner a su servicio
mis
años de camperiar,
sé
una orden acetar
y
el trajinar no me humiya,
pero…
¿dejar la tropiya?
¡Ni
muerto podrá pasar!
(25/01/1998)