domingo, 28 de junio de 2015

CON LA TROPIYA

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 011 –28/06/2015

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

La historia de hoy es referida a un verso que considero bastante camperón. Los oyentes tienen la última palabra. Pero antes hacemos alguna explicación.
Cuando en uno se despierta la vocación de escribir versos, a medida que comienza a hacerlos va aprendiendo, y también tiene que ir tomando decisiones. En mi caso, elegí el rumbo de los poetas camperos, llámense Gualberto Gregorio Márquez, Omar Menvielle, Pedro Risso..., y consideré fundamentalmente el tema del lenguaje, así preferí el uso del “modo gaucho”, o sea: tratar de realizar la composición con la forma antigua del habla paisana. Por otro lado, siempre me ubico al escribir, en tiempos del “campo de ayer”, tal el título de mi cuarto libro, o si se quiere decir de otra manera: “tiempos de la Patria vieja”. Así el panorama, el elemento más moderno que puede aparecer en un verso mío, es la referencia a un tren o a un molino de agua, ambos presentes ya en el Siglo 19. Además, para llevar al verso cosas que me pasan en el presente, las ubico en ese campo de ayer, para lo cual suelo cambiar el motivo para poder encuadrar la historia en ese pasado no tan lejano que aroma mis versos.
Así las cosas, algo más de quince años atrás, me encontraba en Buenos Aires conversando con Miguel Maj; como éste tiene compañía de transporte, o sea camiones, me refería los problemas que tenía con la contratista para la que estaba trabajando, inclusive como tenía que desprenderse de equipos para poder seguir manteniendo activa la empresa y no dejar sin trabajo a gente que lo acompañaba de mucho tiempo. Y en un momento, como rematando el tema, expresó algo así como: “-Pero que se creen!!  ¿Me van a andar contando las costiyas?”. Y la expresión me pareció por demás contundente. Derivó la conversación por otras cuestiones, y finalmente cada cual buscó su querencia.
En mi regreso hacia La Plata, meditaba lo escuchado, me daba vueltas ese asunto, y comencé a rumiar rimas, y pensé en aquel caso que vivió más un paisano, cuando en la vida de la estancia comenzó a limitarse el número de caballos en beneficio de la hacienda vacuna, y se me ocurrió el hecho de que un mensual o un puestero se viera ante esa limitación, y piensa entonces “¿pero cómo, y todo lo que hago no se ve… sí aqueyo que supuestamente es perjudicial?”. Y así nació “Con La Tropiya”, verso en décimas, que tuve la suerte grabara como milonga, el cantor Leandro Álvarez, en su producción “Por Patriota y Argentino”, hace unos diez años atrás.
Este verso está previsto que forme parte de un libro que he bautizado “Charamuscas”, que algún día publicaré… si Dios quiere.
Basta de palabras; ahora, amigo oyente, vale su opinión:

 CON LA TROPIYA
                        Al “Gaucho” Miguel Maj
 Sepa mi amigo que’stoy
firme y como horcón, ¡derecho!
aguantando -como al techo-
éste duro vivir de hoy.
Sabe que senciyo soy,
que nunca ensucié una suelta,
como que’n forma resuelta
siempre’ncaré dando el frente,
pues pa’ mi, pobre o pudiente
no es cuestión que me dé güelta.

Me ha dicho el patrón que piensa
despoblar el puesto mío
dejando el campo baldío
pues pérdidas le dispensa;
pa’ más, y pa’ mi jue ofensa!,
me dijo de la tropiya
que’s mucho, si un hombre ensiya,
el tener tanto cabayo…
Pensé… yo nunca le fayo
y él me cuenta las costiya’.

Que’s mucho lo que hay que andar
sin que’l patrón venga y mande
cuando en un campo muy grande
uno ha ido a puesteriar;
hay que’star pa’ madrugar
cuando es crudón el invierno,
o cuando se hace un infierno
por el calor, el verano…
¡Yo al rigor dende temprano
y él, apuntando a un cuaderno!

Acá uno está distanciao
hasta del casco ‘e la estancia,
carcule la circunstancia
si anda de salú embromao;
jamás esiste un feriao
pues siempre hay algo que hacer,
¡si hasta si dentra a yover
algo hay que hacer en las casa’!
…pero eso que a mi me pasa
el hombre… no sabe ver.

L’única plata ‘e valor
es pa’ mi, cada cabayo,
¡si a las monedas detayo
priendidas del tirador!
No doblegaré’l honor
que’s mi más campero orguyo,
y pa’ esos lares me juyo
le confirmo y le adelanto,
si está en pie, lo que hace tanto
jue un ofrecimiento suyo.

Des’ta forma lo anoticio
pa’ que sorpresa no sienta
que me han de arreglar la cuenta
pa’ fin de mes, me malicio.
Viá poner a su servicio
mis años de camperiar,
sé una orden acetar
y el trajinar no me humiya,
pero… ¿dejar la tropiya?
¡Ni muerto podrá pasar!
                              (25/01/1998)
 Carlos Raúl Risso E.

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