domingo, 14 de junio de 2015

DEJÁ QUE HABLEN...

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 009 –14/06/2015

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”.

En 1982 la Ciudad de La Plata se preparaba para festejar su “centenario”, y yo acercaba a la editorial Ramos Americana, una carpeta para preparar mi 2° libro, en homenaje a tal fecha.
Por eso, un día me llegué hasta El Rincón, en Villa Elisa, para solicitarle al amigo Roberto Coppari, me escribiera las palabras que apadrinaran ese nuevo trabajo. Más allá de que Roberto sabía en que andaba, me pareció necesario explicarle que mis versos solo eran descriptivos, paisajistas; “no son como los suyos Roberto, yo no puedo reflexionar, opinar como usted hace…” le dije, a lo que él me respondió: “-Vos seguí escribiendo, lo demás… viene solo…”. Y tenía razón; con el tiempo, cuando la vida me dio los primeros zamarreos, las reflexiones en los versos aparecieron solas.
¿Por qué hago esta introducción? Porque en mi afán de conocer sobre el gaucho, su historia, sus usos y costumbres, he comprobado que si bien para los que andamos dentro del tradicionalismo aparentemente estos asuntos están bastante claros, no es así para quienes no están vinculados a dicho movimiento, que son mayoría.
Y es ahí cuando se comprueba que más allá de la constitución federalista de la Nación, el país sigue siendo “unitario”, siempre mirando y buscando referencias afuera; con gente para la que “el gaucho” sigue siendo  “matrero”, “haragán”, “vago y mal entretenido”, cuya sangre no sirve más que como abono para la tierra, según célebres personajes.
Y todo eso que va en contra de lo que uno siente, hace pensar, elaborar reflexiones, y se quisiera tener todos los medios a disposición para replicar en consecuencia, pero es ahí cuando uno se da cuenta que es apenas un muy pequeñito poeta, y entonces escribe versos, versos que expresen todo eso, para que por lo menos queden en las páginas de un libro, que quizás no lean muchos, pero que podrán permanecer en una biblioteca esperando para algún día, ese lector con poder, que haga lo que uno no ha podido hacer.
Para no abonar la teoría que alientan “los contras de adentro”, no hay que pontificar matreros, ni gaucho peleadores, ni cuatreros, nada de aquello que señala defectos, torceduras de rumbo, más allá de que gente de tales calañas existieron, pero pasa que en todo tejido social siempre hay pústulas, pero también siempre es más la gente sana y eso hay que destacar.
Por eso, fijando mi opinión, hace unos 20 años escribí estas décimas que titulé:
                                                                                                                                        
DEJÁ QUE HABLEN…

A los que hablando de ayer
al gaucho le dicen “vago”,
a fondo y de punta amago
p’hacerlos retroceder;
y si es que quieren golver
con sus embustes machazos,
pongo el pecho, y un hachazo
saco y anuncio clarito;
mas como matar no almito
seco, acomodo un planazo.

Hasta parece mentira
que haya espíritus funestos
que viven, echando el resto!
si es que algo gaucho suspira;
podrán a mi cuero, en tiras
sacar pa’ garras cualquiera’
que no hayarán la manera
de hacerme ver lo contrario,
que si el gaucho jue corsario
soy corsario a mi manera!

Hay voces que cada tanto
sueltan ciertos señores
dende apoltronao siyones
con tono por demás santo,
inician que’s un encanto
el curso’e su relación
pero al poco rato son
sus ejemplos, increíbles!,
y hasta resultan risibles
los gauchos de su creación.

Dicen gaucho, y pareciera
que lo que su pluma pinta
aguada tiene la tinta
y áhi el trazo se’ntrevera:
me le cambian la manera
y las costumbres también,
enancándolo al vaivén
de un sentir indefinido
¡olvidándose que ha sido
de la libertá, un sostén!

¡Gaucho! patrón sin estancia…
¡Gaucho! señor de un destino.
Supo este suelo argentino
del peso de tu prestancia.
Nunca esistió la distancia
que tu horizonte achicara
y bien se curtió tu cara
a soles, vientos y fríos,
en la paz, o en los bravíos
momentos de la tacuara.

Nunca te importó la plata
¿pa’ qué? ¿pa’ comprar qué cosa?
Si esta tu tierra grandiosa
tenía su cultura innata.
Y unque puso el que arrebata
las regla’ y la condición
seguistes el rumbo al son
del badajo de tu pecho,
teniendo el cielo por techo
y templao el corazón.

Dejálos, gaucho, que digan
“su historia” hasta que se aburran,
que habrá un día en que recurran
al saber del que hoy castigan.
Sepan que jamás lo obligan
por más de que doble’l lomo;
que hay noche, hasta que hace asomo
el sol, de mostrar un ¡rayo!
Ya de haber un justo fayo
y la verdá cairá a plomo.
                                          (7/10/1996)

Versos de Carlos Raúl Risso

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