LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 027 – 01/11/2015
Con su licencia,
paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor
luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal…
con su historia”.
Suele pasar que a
veces, circunstancias ajenas a nuestra voluntad, nos marcan el camino. Si bien
como ya expresé en el Micro N° 1 de este ciclo, comencé a escribir apenas
traspuesta la niñez, no pensaba entonces en hacer oficio de tal particularidad,
y me alcanzaba con mechar mis compuestos en las presentaciones como decidor, ya
sea en actuaciones individuales o como integrante de la Agrupación Nativista “El Alero”.
Cuando con María Teresa
nos casamos en noviembre de 1976, tomamos la decisión de abandonar “los
escenarios”: ella deja de bailar en “El Alero”, y yo postergo mi instinto de
decidor; una nueva vida se abría por delante y en ella había que intentar
edificar un futuro, sobre todo porque a los 10 meses nacía el primer hijo:
Lorena Anahí.
Dos años y medio
después, mi padre -que había seguido vinculado al “El Alero”-, me convida para
un acto en el mes de mayo de 1979, en el salón del Círculo de
Periodistas, junto a Francisco Chamorro; y un poco por compromiso… digo que sí.
Repaso y armo un repertorio de "emergencia" para la ocasión, y aquel día, ante un
salón colmado, colmado de un público al que no conocía (sí recuerdo a Coco
García, Norma Piacente, Walter Rabara, Paula Toledo, Pepé Cipolla, y a los compañeros de "El Alero"), realizo ¡la mejor presentación de mi vida! A
tal punto, que los asistentes se amontonaban para saludarme; inolvidable fue,
que a la media luz del ambiente, la artista plástica Maricarmen Negri, me
realizó un retrato a birome sobre el programa del día; y que un señor al que no
conocía y resultó ser libretista de audiciones de tango y poeta, llamado
Roberto Seminara, se acercó para conversar y estimularme, y luego… varios años
después, fue el prologuista del libro “De Mis Mayores”.
Pasó la euforia del
momento, y seguí el rumbo habitual de mi vida de entonces… pero, el 9/07 de ese
año, a menos de dos meses de esa reunión, fallece mi padre, y allí los amigos
opinaron: “Ahora menos que nunca podés
abandonar tu actividad…”.
Y surgió así la
posibilidad de pensar en publicar un libro, a modo de homenaje. Ubiqué una
editorial local -Ramos Americana Editora, de calle 49 e/9 y 10-, que entonces trabajaba a pleno, y allí, a un
contacto, Ángel Polo, y con una carpeta bajo el brazo como de sesenta (60) versos, lo fui
a ver. Enterado de los pasos a seguir y el costo de la impresión (para la que
colaboró mi madre), seleccionamos unos 30 temas y comenzó a tomar forma “Al
Badajear del Cencerro”.
Si bien mayoritariamente escribo en décimas, siempre
tuve la inquietud que para poder crecer hay que ejercitarse en todas las formas
estrófica, así que como un muestrario de ese esfuerzo, a los veintiseis (26) trabajos en
décimas que le daban cuerpo y sustento, agregué una huella y un triunfo, un
romance, un poema en sextinas no hernandianas, y otro en cuartetos
dodecasílabos, o sea: de doce sílabas. Al tiempo, me avisan de la editorial que
tenían el libro armado, pero que había lugar para otro verso, y fue allí, que
en lugar de ir a los 30 y pico que habían quedados relegados para un futuro y
elegir uno de esos, decidí escribir uno nuevo distinto a todo lo que tenía
hecho. Y usando versos mayores, de 10 sílabas, escribí éste que ahora comparto,
al que siempre consideré de algunos valores, y marcó una forma de sentir y
expresar, que sigue firme en mí. Dice:
“A LA
QUERENCIA”
andando
el rumbo de la querencia…
La
senda es larga, pero una “estreya”
me
va’purando con su presencia.
-La
noche’s fresca. ¡Suerte mi “bayo”!
Por
usté, digo… ya que soporta
mi
apuro y peso, ¡mi güen cabayo!
¡Yo
sé que’l pago también le importa!
-Más
adelante enyegando al bajo
(ande’l
arroyo se siente dueño
y
entre los uncos parece un tajo),
habré
de darle premio a su empeño.
-Por
eso el “moro” -su compañero-
que
aura trotea suelto, a su antojo,
¡qué
se priepare!, que al rancho quiero
antes
que aclare ponerle el ojo.
-Del
bajo al rancho… más de tres leguas
de
campo pobre, de güeyas fieras…
ande
pa’l “moro” ya no habrá treguas
unque
tampoco tendrá fluejeras.
-Yo
sé mi “bayo” como usté sabe
que’l
“moro” tiene de suebra agayas
pa’
esa patriada, ¡no es que lo alabe!
¡Si
son parejos pa’ las batayas!
-De
la mañana que por conchabo
juntos
salimos ya va pa’l mes…
Andar
de tropa suele ser bravo
pero…
cumplimos nosotros tres.
-Y
aura que’l pago nos tira y mucho
pienso
en mi prienda y en mis dos hijos.
(Si
hasta se me hace que los escucho
y
junto al pecho que los cobijo).
-Pobre
mi moza, ¡qué vida esta!
Dejarla
sola por tantos días,
y
unque los chicos son pura fiesta
la
espera es larga… Yo: lejanía.
-De
usté mi “bayo” y el “moro” amigo
un
potrerito espera retozos
y
un monte ‘e talas convida abrigo.
¡Pa’
la querencia güelven ansiosos!
……………………………………..
Y al dir la noche como encerrando
las claridades de las estreyas:
-¿Siente
mi “moro” perros toriando…?
¿Qué
sí me dice cuando resueya?
-“El
Capatucho” y “El Carboniya”
ya
nos ventiaron unque están lejos.
Y
si aura alertas, se hacen astiyas
al
dir yegando, se harán festejos.
………………………………………
Ansina hablando siguió el paisano
golviendo al pago -su gaucho nido-,
a sus pichones y a’queya mano
que jue paloma cuando el despido.
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