LR 11 – Radio Universidad –
“CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro
Nº 30 – 22/11/2015
Con su licencia, paisano!
Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz,
mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con
su historia”.
Por abril de 1984
recibo de la subcomisión de Cultura del Automovil Club Argentino, la invitación
para hacer un recital de poesía en salón del primer piso de la sede platense de
calle 9 y 51; me pareció que el convite me quedaba grande, y decidí invitar a
mi amigo Carlos Parisotti, y así fue que, conversando, surgió la idea de hacer
algo que se complementase y no sea la presentación donde uno canta y otro dice
versos. Entonces, seleccionando temas de su repertorio, y versos que yo ya
tenía escritos, decidimos contar una historia: la de un hombre de campo, desde
la mocedad a la vejez, y así nació “Por la Vida de un Criollo: palabras,
versos, música y canto” (espectáculo didáctico, literario-musical), como se ve
por título, ¡bastante pretencioso!
Ahora bien, ni Carlos
ni yo teníamos nada que hablase de la vejez, y ahí fue donde no me quedó otra
salida que escribir sobre el particular. Vale aclarar que por entonces yo tenía
32 años, y debía ponerme en la piel del personaje de esa historia, en el momento
de hacer el balance de su vida, o sea: debía hablar un viejo. Y así nació un
verso por octavas al que titulé “Ricordando”.
El espectáculo se
desarrollaba sobre un guión que escribí de ex profeso, el que oportunamente iba
dando paso al canto y a los versos, alternativamente.
Lo estrenamos en el ACA
el 1°/06 de ese año, con muy buena repercusión, al punto que dos meses después
lo repetimos en la sede del Sindicato de Empleados del Correo, y ese mismo mes
en Quilmes, durante la edición de ese año de Tiempo de Gauchos, y rematamos el
año llevándolo a la Semana de la Tradición de “La Montonera” de Ensenada.
Corría 1984. En las cuatro oportunidades fue muy bien recibido por lo que
recuerdo aquella experiencia como una cosa grata, que -en lo personal- me permitió
compartir con ese eximio intérprete de canto y guitarra que es Carlos
Parisotti.
Alguna vez pensé en
hacer un libro desarrollando más en profundidad esa historia, pero finalmente
no lo concreté, por lo tanto a este verso lo incluí en el libro “De Mis
Mayores” que publiqué por 06/2013. Dice entonces
“Ricordando”:
RICORDANDO
-cual
se quema la grasa di un candil-
y
dentra a’poliyarse ese mandil
que’s
achura en un pecho ya marchito.
Se
nos queda el ayer como un escrito
priendido
a los ricuerdos de las vistas,
son
tarjas que’l vivir, en largas listas
injiere
a la vejez, sigún almito.
Y
uno ricuerda el tiempo cuando mozo
solía
sentar el cuerpo a cualquier bruto
y
con baquía -como zorro astuto-
se
lo golvía al palenque, tembloroso.
Uno
güelve al pasao y está orguyo
de
ricordar la yerra de aquel día
en
que al toro de menta más bravía
le
puso un pial… ¡que lo tumbó ruidoso!
O
entre luces de luna se priesenta
la
noche aqueya que’stravió hasta el sueño
cuando
sintió en verdá de que’ra el dueño
de
aqueya moza de mirada atenta.
¡Y
ni que hablar cuando al final de cuenta
emprincipiamos
a vivir en yunta!
O
cuando me tantió con la priegunta:
“-¿y
el nombre pa’l gurí…?, lo más contenta.
Se
nos juyen los años sin saberlo.
¡Cha
digo, que cara… ay! Se nos van yendo.
Uno
lo inora por andar viviendo
y
al querer acordar… ¡no puede creerlo!
Hace
ya añares que: “-¡Hasta más verlo!”,
dijeron
mis muchacho’alzando el güelo,
razón
nomás por la que soy agüelo
¡y
orguyoso que’stoy también de serlo!
Ya
hay varios aparceros de otros días
que
se han ido a tropiar la güeya larga
y
esas idas, la boca un poco amarga
nos
dejan al perder sus compañías.
Y en una güelta…, sin ‘avemarías’,
la
güesuda de negro, ¡vieja y fiera!,
vino
y se la yevó a mi compañera
pa’
que la querencia de sus noches frías.
Y
uno güelve a quedar solo y a tientas
igual
que al principiar las mocedades;
pero
aura ataperao de soledades
es
ombú desgajao por las tormentas.
Pa’l
tiempo por venir no se hacen cuentas:
¿qué
queda por sumar?, ¡si tuito es resta!
Queda
por repechar solo una cuesta:
la
cuesta’bajo de las horas lentas.
Y
hemos quedao nomás, como al descuido,
viendo
pasar las cosas di un costao,
ricordando
los pingos…, el recao…,
las
reseriadas…, ¡tuito lo vivido!
Ya
no se cuenta el tiempo transcurrido
¡al
lazo agatas si le queda un royo!
Si
otra vida hay dispués, ¡güelvo a ser crioyo!,
¡porque
ser crioyo es hombre bien nacido!
(24/05/1984)
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